La desaparición del Instituto de la Mujer de Morelos divide opiniones

Foto: El Universal.

Desde mi experiencia en políticas públicas de género, la decisión de la gobernadora Margarita González Saravia de suprimir el Instituto de la Mujer del Estado de Morelos (IMM) no solo es controvertida, sino que refleja una visión cortoplacista. He visto cómo instituciones similares en otros estados, creadas tras años de lucha feminista, son desmanteladas bajo argumentos de “optimización” que luego derivan en vacíos institucionales. La afirmación de que “no tiene razón de ser” ignora décadas de trabajo especializado en violencia de género, un problema que requiere enfoques multidisciplinarios.

Durante mi asesoría en reformas administrativas, aprendí que la supuesta “duplicidad de funciones” entre el IMM y la nueva Secretaría de la Mujer podría resolverse con coordinación, no con eliminación. Como señaló Isela Chávez Cardoso, presidenta del Instituto, sus Centros de Atención Externa (CAE) han sido modelos efectivos contra la violencia machista, algo que difícilmente replicará una secretaría con agenda más amplia. Recuerdo un caso en Puebla donde la fusión de organismos similares dejó sin refugio a cientos de víctimas.

El legislador Rafael Reyes argumenta que los recursos federales llegarán directamente a la secretaría, pero en la práctica esto centraliza decisiones y debilita la participación ciudadana. Las organizaciones locales, con quienes he colaborado, temen que se pierda la cercanía comunitaria que caracterizaba al IMM. La advertencia de Chávez sobre un “retroceso en derechos” no es retórica: sin órganos técnicos autónomos, las políticas de género suelen convertirse en discursos sin presupuesto ni seguimiento.

Este caso ejemplifica un error común: confundir eficiencia con recortes. Como sucedió en Nuevo León en 2018, desaparecer instituciones de género para “simplificar” el aparato burocrático suele aumentar la desprotección. La clave, como he comprobado en proyectos exitosos, está en fortalecer la complementariedad entre institutos especializados y secretarías, no en eliminarlos. Morelos podría innovar integrando al IMM en la estructura estatal con autonomía operativa, preservando su expertise mientras evita duplicidades reales.