La despedida emocionante a la cadete América Yamilet en Veracruz

XALAPA, Veracruz.— Un sendero de pétalos blancos marca el camino hacia la humilde casa donde el dolor se ha instalado como un huésped indeseado. La familia de América Yamilet Sánchez Hernández, la cadete fallecida en el accidente del Buque Escuela “Cuauhtémoc” en Nueva York, vive hoy su momento más amargo. En este rincón de Xalapa, el llanto es tan profundo que parece capaz de llenar los océanos que la joven soñaba navegar.

Sobre una mesa, dos gorras de la Heroica Escuela Naval Militar yacen inmóviles, custodiadas por fotografías que capturan su sonrisa eterna. Un padre, con manos temblorosas, ordena las medallas que su hija ganó con tenacidad en natación y atletismo. “Ella merece que el mundo conozca su valentía”, murmura entre lágrimas.

Entre peluches y retratos de su fiesta de XV años, su madre, María del Rocío, la recuerda como “la hija perfecta: tierna, humilde y llena de amor”. Su fortaleza sorprende a todos, pero el dolor se filtra en cada pausa de su voz. Ramos de flores blancas y rosas rojas rodean un altar improvisado, donde su espíritu parece habitar.

Horas antes de la tragedia, Yamilet compartió con emoción que su próximo destino sería Islandia. Hoy, en Veracruz, sus compañeros de la naval le rinden honores con el himno que ella cantaba con orgullo: “Cadete soy de la naval, mi orgullo es ser marino…”. La comunidad portuaria, siempre orgullosa de sus hijos en uniforme blanco, llora su partida.

El Buque Cuauhtémoc, testigo silencioso de su sueño truncado, también parece guardar luto. Como escribió Carlos Fuentes: “Qué injusta es la muerte que se lleva a quienes amamos”. Esta noche, Xalapa recibe a su hija pródiga, pero el mar ya no la devolverá.