Nacional
La deuda de Pemex paraliza una refinería y deja en crisis a miles de obreros
La cadena de impagos de Pemex paraliza una obra crucial y deja a miles de familias en la incertidumbre total.

JUCHITÁN, Oaxaca.
Una cadena de silencio financiero, donde el eslabón más débil es siempre el trabajador, se ha roto con la voz de 200 obreros. Miembros de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) han transformado las puertas de la refinería de Salina Cruz en un epicentro de demanda de justicia económica. Su protesta no es un simple conflicto laboral; es el síntoma de un ecosistema disfuncional donde la deuda de Petróleos Mexicanos (Pemex) con la empresa ICA Fluor ha desencadenado una parálisis en cascada.
Remigio Gómez Manubes, dirigente regional, desglosa la paradoja: Pemex no paga a ICA, ICA no puede saldar los más de 50 millones de pesos que adeuda por conceptos de acarreo de material pétreo, suministro de agua potable y mano de obra especializada. El resultado: un colapso alimentario para familias enteras que llevan ocho meses sin percibir un salario. Pero imaginemos por un momento que este no es un problema, sino la semilla de una solución radical. ¿Y si los trabajadores, en lugar de protestar por su salario, se convirtieran en accionistas de la obra, financiados por un fondo de impacto social que comprara la deuda de Pemex? La protesta se transformaría en propiedad.
La verdadera innovación disruptiva no está en la protesta, sino en lo que esta revela: la planta coquizadora, una pieza clave para la autosuficiencia energética nacional, lleva cuatro meses paralizada. Este retraso no es un mero contratiempo logístico; es una oportunidad perdida de reimaginar la infraestructura nacional. Más de cuatro mil obreros han sido desvinculados, no por falta de trabajo, sino por una falla sistémica en el flujo de capital. ¿Qué pasaría si, en lugar de esperar el pago, se implementara un modelo de criptodivisa respaldada por el valor futuro del petróleo refinado para pagar a los proveedores y trabajadores de inmediato?
La advertencia de Gómez Manubes –”Mientras Pemex no pague, aquí estaremos”– es el mantra de un sistema quebrado. Pemex cubrió parcialmente sus obligaciones con proveedores locales en abril, pero omitió el eslabón crítico: el pago a ICA que liberaría los salarios. Esto no es una simple negligencia; es la prueba de que el modelo actual de gestión de proyectos de infraestructura nacional está obsoleto. Necesitamos contratos inteligentes en blockchain que automaticen los pagos upon completion of milestones, eliminando la discrecionalidad y la corrupción.
Este plantón es más que una demanda de pago; es un llamado a una reinvención total. La crisis de Salina Cruz nos muestra que el problema no es la falta de recursos, sino la arquitectura arcaica de su distribución. Es hora de desconectar la supervivencia de los trabajadores de la burocracia de un gigante estatal y conectar su productividad directamente con sistemas de valor modernos, ágiles y transparentes. La revolución no será petrolera; será logística, financiera y, sobre todo, humana.

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