La economía invisible detrás de la Marcha del Orgullo en México

Entre abrazos gratuitos y banderas al viento, una realidad menos visible se abre paso en la Marcha del Orgullo: decenas de microemprendedores convierten la celebración en su principal sustento anual. ¿Cuánto vale la diversidad para la economía informal?

Investigaciones de EL UNIVERSAL revelan que al menos 3 de cada 10 asistentes a la marcha participan en actividades comerciales no reguladas. Vanessa, creadora de Gadi Shop, confiesa: “Invierto semanas fabricando bolsas artesanales para venderlas con descuento durante el evento”. Sus ganancias, como las de muchos, apenas cubrirán necesidades básicas.

Documentos obtenidos muestran un patrón recurrente: productos con precios simbólicos (cervezas a $60, banderas a $100) esconden historias de precariedad. Un anciano vendedor de sushi casero, quien pidió anonimato, admitió: “Este día representa el 30% de mis ingresos mensuales”.

Testimonios recabados entre 15 vendedores evidencian una paradoja: mientras celebran la inclusión, enfrentan exclusión económica. “Los permisos oficiales son carísimos”, denuncia un artesano que vende pulseras con los colores del arcoíris.

Expertos consultados señalan que este fenómeno refleja dos Méxicos: uno que avanza en derechos sociales y otro que retrocede en oportunidades laborales. La marcha, más que una fiesta, se revela como un salvavidas económico para cientos de familias.

Al cierre de esta investigación, una pregunta persiste: ¿Está la sociedad dispuesta a mirar más allá de los colores para reconocer las sombras económicas que atraviesan estos emprendedores?