Reimaginando los Cimientos de la Economía
¿Y si la columna vertebral de nuestra economía no está en las fábricas ni en los centros comerciales, sino en los hogares? Las cifras del Inegi revelan una realidad disruptiva: el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado representa 8 billones de pesos, equivalente al 23.9% del PIB nacional. Esta economía sumergida supera a gigantes como la industria manufacturera (20.1%) y el comercio (18.7%), desafiando nuestras definiciones arcaicas de productividad y valor económico.
En 2024 las labores domésticas y de cuidados no remunerado reportó un monto de 8 bdp.
La Revolución de Género Pendiente
La distribución de esta carga evidencia una fractura sistémica: las mujeres contribuyen con 72.6% del valor económico generado en los hogares, mientras los hombres apenas alcanzan 27.4%. Esta brecha no es incidental; es el síntoma de un diseño social obsoleto que perpetúa un apartheid económico silencioso. Las mujeres aportan 2.7 veces más valor económico a sus hogares, creando una paradoja donde la mitad de la población sostiene la economía fundamental mientras permanece invisible en los indicadores convencionales.
De la Explotación a la Innovación Social
Imaginemos un escenario disruptivo: ¿qué pasaría si reconociéramos este trabajo como el sector estratégico que realmente es? Las labores de cuidado y domésticas constituyen la infraestructura humana que permite toda otra actividad económica. Sin embargo, seguimos midiendo el progreso con métricas que ignoran este pilar fundamental.
La composición demográfica revela otra capa de esta distorsión: aunque las mujeres representan 53.9% de quienes realizan trabajo no remunerado y los hombres 46.1%, la medición en horas y valor económico expone que las mujeres aportan casi tres cuartas partes del total. Esto sugiere no solo una participación desigual, sino una intensidad y dedicación radicalmente dispar.
Geografía de una Economía Paralela
Los estados que lideran esta contribución invisible –Estado de México (11.6%), Ciudad de México (6.7%), Jalisco (6.6%), Veracruz (6.3%) y Nuevo León (5.6%)– nos muestran un mapa alternativo del verdadero motor económico nacional. Estas cifras deberían impulsar una reinvención de las políticas públicas, transformando el reconocimiento estadístico en acciones concretas que valoricen económicamente el cuidado.
El desafío no es solo cuantificar lo invisible, sino reinventar nuestro contrato social. ¿Cómo diseñaríamos la economía si comenzáramos por valorar lo que realmente la sostiene? La respuesta podría ser la innovación social más transformadora del siglo XXI.














