La Encodat 2025: Un Espejo Incómodo y una Brújula Disruptiva
Tras nueve años de oscuridad estadística, México no solo ha encendido una luz, sino que ha proyectado un holograma completo de su relación con las sustancias psicoactivas. La presentación de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (Encodat) 2025 por parte de la Secretaría de Salud es mucho más que un informe; es un campo de batalla de narrativas donde los números exigen una revolución en nuestro pensamiento.
¿Y si el aumento del consumo de cualquier droga a lo largo de la vida—del 10.3% al 14.4%—no fuera solo una alerta, sino el síntoma de un vacío que las políticas prohibicionistas no han podido llenar? El cannabis se erige como la sustancia ilegal de mayor prevalencia, un dato que grita la obsolescencia de un marco legal que la equipara con opiáceos devastadores. Mientras el consumo en adultos crece, la leve disminución en la población joven plantea una pregunta incómoda: ¿están las nuevas generaciones encontrando escapes en mundos digitales y nuevas adicciones conductuales que esta encuesta ni siquiera mide?
La verdadera innovación no está en medir el problema, sino en redefinirlo. En lugar de ver solo adicciones, ¿podemos ver un malestar social masivo, una crisis de conexión y propósito? La solución disruptiva no pasa por más campañas de “di no”, sino por diseñar entornos y experiencias “adictivas” hacia la salud: gamificación del bienestar, comunidades de apoyo con la potencia de engagement de una red social, y una regulación inteligente que quite el mercado de las manos del crimen y lo convierta en un tema de salud pública y educación radical.
Imaginemos un futuro donde los datos de la Encodat no se usen para estigmatizar, sino para personalizar la prevención con inteligencia artificial, donde la reducción de daños sea el pilar y no el tabú. El status quo nos ha llevado a este incremento. Es hora de conectar puntos aparentemente inconexos: economía de la atención, neurociencia, diseño de comunidades y política regulatoria audaz. El problema está cartografiado. La oportunión, ahora, es hackear el sistema de recompensas de toda una sociedad.













