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La épica aérea de un avión que vuela con retórica oficial

Una flota de ilusiones aterriza en el aeropuerto fantasma, mientras el cirio de la cuarta transformación despega hacia el absurdo.

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En un acto de fe aeronáutica que desafía las leyes de la física y la economía, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles —esa majestuosa pista rodeada de fantasmas y esperanzas— recibió el sábado su tercer avión de papel. Digo, su tercer Embraer E195-E2, una aeronave tan moderna que puede volar con el solo impulso de los discursos oficiales.

Mexicana de Aviación, esa aerolínea resucitada como un zombi burocrático, anunció con pompa castrense que sus tres naves —las mismas que costaron más que un estadio de beisbol— por fin lograron coincidir en el mismo lugar al mismo tiempo. Un milagro comparable a la multiplicación de los panes, pero con turbinas y mucha, mucha gasolina subsidiada.

El general Leobardo Ávila Bojorquez, director de la aerolínea y experto en triángulos virtuosos (accesibilidad para unos cuantos, comodidad para las estadísticas y puntualidad para los titulares), declaró que este hecho “refleja que la aerolínea está lista”. Lista, claro, para conectar México con… bueno, consigo mismo, porque de momento solo vuela a Tulum y a otros destinos de la imaginación popular.

Y hablando de imaginación: ¿1.5 millones de pasajeros? ¡Qué número tan redondo y conveniente! Cifra que, casualmente, aparece justo cuando la oposición —esa panda de aguafiestas— se atreve a preguntar por los billones enterrados en este proyecto faraónico. Pero no, no es derroche, es “soberanía aérea”.

Mientras tanto, el titular de la Sedena —porque qué sería de una aerolínea civil sin un general al mando— desgranó el plan maestro: 20 aviones para 2028, 3.4 millones de pasajeros al año, 4.8% del mercado… Cifras que huelen a PowerPoint y a reunión de sexto piso. ¿Y los Boeing viejos? Esos se los quedan los militares. Para vigilar desde el aire… el vacío.

Así, entre salvas de honor y realidades suspendidas, el circo de la cuarta transformación sigue volando. Eso sí: con un solo avión en el aire y veinte en el papel.

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