En un despliegue de eficiencia que sin duda dejará temblando los cimientos del crimen organizado mundial, los intrépidos héroes de la Secretaría de Marina han logrado una victoria pírrica contra el temible Leviatán de las Anfetaminas. El monstruo, esta vez, se ocultaba no en las profundidades abisales, sino en el doble fondo metafórico (y literal) de un tractocamión en el puerto de Mazatlán.
Los 494 paquetes de droga incautados en Mazatlán estaban ocultos en el doble fondo de un tractocamión.
El Gabinete de Seguridad, en un comunicado que rezuma la auto-satisfacción de quien ha cazado una mosca con un cañón, anunció al mundo que este golpe maestro representa una “afectación económica” al narco de 426.5 millones de pesos. Una cifra tan astronómica y precisa que uno se pregunta si el contable del cártel presenta sus estados de resultados con base en devoluciones de impuestos. Con esta hazaña, se evitó que 1.5 millones de dosis de desesperación envasada llegaran a las calles, donde seguramente habrían sido reemplazadas por otras 1.5 millones de dosis de otra procedencia antes de que terminara el día.
La operación, digna de los mejores relatos de espionaje, involucró el uso de tecnología de rayos X y el olfato infalible de tres binomios caninos. Estos nobles animales, quizás los únicos actores en esta farsa que no emiten comunicados de prensa, fueron los verdaderos héroes, olfateando la promesa de un juguete nuevo o una galleta por sobre el hedor de la corrupción y el fracaso sistémico.
Los ingeniosos traficantes, alumnos aplicados de la escuela de la necesidad, habían atravesado barras de metal en forma rectangular para esconder su alijo. Una demostración más de que la innovación y el emprendimiento no conocen límites en este país, aunque su fruto sea la autodestrucción. Mientras tanto, el vehículo y la sustancia fueron puestos a disposición del agente del Ministerio Público Federal, quien diligentemente agregará este caso a una pila de carpetas de investigación que probablemente forme una torre tan alta como la montaña de problemas que pretendían resolver.
Las instituciones, como es tradición, refrendan su “compromiso de trabajar de manera coordinada”. Una coordinación tan efectiva que el Leviatán, pese a perder una escama de 1.5 toneladas, sigue nadando tan campante en el mismo puerto, preparando su próximo cargamento de miseria.