La épica batalla entre una camioneta y un tren que todos vimos venir

En un acto que combina el valor temerario de Don Quijote con la planeación estratégica de un lemming, la ciudadana Ana María Meri Zúñiga decidió hoy medir fuerzas con un tren de Pemex. No con cualquier tren, ¡oh no!, sino con uno cargado de vagones de baja presión, porque si vas a desafiar las leyes de la física, al menos hazlo con estilo petrolero.

El épico encuentro ocurrió en el cruce de las avenidas Juan Pablo II y Cristina Larralde, nombre que por sí solo ya parece el inicio de una telenovela trágica. Testigos afirman haber visto a la camioneta Mazda C3 (placas RSG463A, por si alguien quiere comprar los restos para un museo de malas decisiones) intentando lo imposible: ganarle una carrera a 200 toneladas de acero en movimiento.

Las autoridades, siempre puntuales para documentar lo evidente, confirmaron lo que cualquier niño de primaria podría predecir: el tren ganó. La valiente conductora sufrió solo golpes leves, porque en este país hasta las leyes de la inercia aplican a medias. Mientras tanto, la pluma junto a las vías yació derribada, como metáfora perfecta de las señales de tránsito que todos ignoramos.

Lo más irónico del suceso: el tren transportaba material de baja presión, justo lo contrario a lo demostrado por la conductora al tomar su decisión. Los paramédicos, héroes anónimos de esta tragicomedia urbana, se limitaron a ofrecer primeros auxilios, seguramente conteniendo las ganas de regalarle un manual de física básica.

La parte frontal de la camioneta quedó como alegoría perfecta de lo que ocurre cuando la terquedad humana choca contra la realidad: destrozada, pero milagrosamente funcional… como el sistema de transporte público de la ciudad.