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La épica burocrática de las pensiones para súbditos leales

Una mirada cáustica a la caridad estatal que convierte derechos en dádivas y ciudadanos en súbditos agradecidos.

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Este sábado 30 de agosto culminó, con la pompa característica de los actos de caridad gubernamental, el monumental proceso de registro de pensiones para el programa Mujeres Bienestar de 60 a 64 años y el de Adultos Mayores de 65 años, esa etapa de la vida donde el Estado magnánimo decide recordar que existes.

La excelsa secretaria de Bienestar, Ariadna Montiel Reyes, proclamó mediante un comunicado que este apoyo constituye un “reconocimiento” que contribuye a mejorar la calidad de vida de los agraciados beneficiarios. Porque nada dice “derecho” como una dádiva que se anuncia con trompetas y se retira con un susurro.

“Las Pensiones Mujeres Bienestar y para Adultos Mayores“, declaró la secretaria con un dejo de paternalismo ilustrado, “son un reconocimiento a la aportación de las personas que a lo largo de su vida han trabajado y aportado su esfuerzo en el cuidado de sus familias, en el crecimiento y desarrollo de México, y contribuye a su independencia económica“. Qué generosa es la mano que devuelve migajas de lo que previamente recaudó con impuestos.

Desde el pasado 21 de julio, en su conferencia mañanera, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció el inicio del registro para mujeres a partir del 1 de agosto y hasta el 30 de este mismo mes. Un mes exacto para apuntarse en la lista de favorecidos por la gracia del poder, como si de un censo para un banquete real se tratara.

“Este año cumplimos la promesa, el compromiso, de que las mujeres de 60 a 64 van a tener la Pensión Mujeres Bienestar“, puntualizó la mandataria federal. ¡Magnífico! Las promesas se convierten en noticia cuando se cumplen, evidenciando lo excepcional del evento.

El apoyo para las Mujeres Bienestar de 60 a 64 años es de 3 mil pesos bimestrales, mientras que la pensión para adultos mayores es de 6 mil 200 pesos bimestrales. Cifras que, curiosamente, siempre parecen diseñadas para mantener la dignidad justo por debajo del umbral de la autonomía real.

Ariadna Montiel, a través de la Secretaría del Bienestar, afirmó que este apoyo “es un derecho que resguarda la Constitución mexicana en su artículo 4°” y que la entrega de las pensiones “se realiza de manera directa y sin intermediarios a través de la tarjeta del Banco del Bienestar”. Qué alivio saber que nuestros derechos constitucionales llegan directamente, sin intermediarios, aunque eso no quite el sabor amargo de tener que suplicarlos cada ciclo electoral.

Durante todo el mes de agosto, los 2 mil 400 Módulos de Bienestar dispersos por el territorio nacional recibieron a mujeres y adultos mayores para registrarse y convertirse en beneficiarios de este apoyo económico. Una peregrinación burocrática necesaria para acceder a lo que, en cualquier sociedad decente, sería un derecho incuestionable, no un favor sujeto a registro, fechas límite y fotos para la galería.

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