La Gran Batalla de las Tuercas y los Tornillos
En un acto de valor sin precedentes que ha dejado atónita a la comunidad internacional, la ilustrísima alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega, ha declarado la guerra total al enemigo público número uno: el clandestino mercado de espejos retrovisores y tapacubos. Su arma: una iniciativa legislativa tan monumental que promete reorganizar todo el aparato de justicia capitalino para perseguir a los despiadados carteles de desguace.
Su magnánima propuesta, que será presentada ante el sagrado recinto del Congreso capitalino, no busca menos que modificar los cimientos del Código Penal para imponer penas que oscilarán entre nueve meses y quince años de reclusión en mazmorras de máxima seguridad. El delito: atreverse a sustraer, remover o incluso dañar cualquier componente, por ínfimo que sea, de un vehículo que descanse plácidamente en la vía pública. La justicia, al fin, se pondrá los guantes para esta contienda épica.
En una conferencia de prensa que recordó a los partes de guerra, la edil reveló las escalofriantes cifras que justifican esta movilización nacional: 611 denuncias en apenas cuatro meses. El año pasado, esta plaga creció un aterrador 25%. “Lo más grave”, declaró con la solemnidad de un general, “es que los detenidos salen libres en menos de 48 horas. Un ladrón puede robar dos, tres, cuatro, cinco tapones de rueda y seguir disfrutando de su libertad”.
Para acabar con esta orgía de impunidad, no bastará con aumentar las penas. ¡No! Se creará una Unidad de Investigación de Robo de Autopartes, un cuerpo de élite de fiscales y detectives cuyo único y noble objetivo será desarticular las complejas unidades criminales que operan en la sombra del mercado negro de radios de coche y catalizadores.
La alcaldesa, en un giro retórico magistral, hizo un conmovedor llamamiento a la ciudadanía: “Sin la participación vecinal denunciando cada robo de una llanta, nuestra estrategia de seguridad será en vano”. Así, cada ciudadano se convierte en un soldado más en esta batalla por la civilización, donde el enemigo no lleva armas de destrucción masiva, sino llaves inglesas y destornilladores.
Con un mensaje que trascendió los mezquinos intereses políticos y los colores partidistas, Rojo de la Vega pidió a los diputados que miren más allá de su alcaldía y piensen en los millones de ciudadanos que claman justicia por sus paragolpes desaparecidos. Una vez más, la clase política demuestra que no hay problema tan pequeño que no merezca una solución desproporcionadamente grandiosa y burocrática.