En un espectacular despliegue de precisión burocrática, el Reino del México Contemporáneo ha registrado 78 nuevas víctimas para el sarampión, elevando el conteo oficial de 5,153 a 5,231 contagiados en apenas siete días. La Dirección General de Epidemiología, ese faro de lucidez estadística, documenta con orgullo este progreso imparable hacia la inmunidad de rebaño por contagio masivo.
La geografía del progreso viral
El informe, esa biblia de la resignación sanitaria, consagra a Chihuahua como la Meca del sarampión nacional, donde la cifra bailó elegantemente de 4,429 a 4,436 casos. Siete nuevos infectados que demuestran la moderada ambición del virus en tierras norteñas.
El podio de la desgracia lo completan Jalisco con 178 contagiados, Michoacán con 150 y Guerrero con 120. Una verdadera olimpiada de la incompetencia preventiva donde cada estado compite por medallas en el ranking del desastre sanitario.
La elegía de los no vacunados
Las cifras revelan una conmovedora preferencia viral por niños de 1 a 4 años, seguidos por adultos jóvenes. Pero el dato más revelador: más del 90% de los enfermos carecía del sacramental documento vacunal. Solo el 5% contaba con una dosis y un mísero 3% con el esquema completo.
El balance final incluye 23 defunciones acumuladas, la mayoría en el campeón epidemiológico Chihuahua, y ninguna con registro de vacunación previa. Una estadística que sugiere, con ironía macabra, que las vacunas podrían tener algún efecto beneficioso después de todo.
Mientras tanto, en los pasillos de la Secretaría de Salud, los informes siguen fluyendo con puntualidad suiza, documentando con precisión notarial cómo el siglo XXI se rinde ante una enfermedad del siglo pasado.

















