En un giro que ha dejado boquiabiertos a los pocos que aún conservan la capacidad de asombro, la Gran Sacerdotisa del partido en el poder, la camarada Luisa María Alcalde, ha desvelado el que podría ser el secreto a voces mejor guardado de la política nacional: la espontaneidad es un producto de lujo que requiere una sustanciosa inversión. Con la precisión de un cirujano, Alcalde exhibió un contrato que prueba, más allá de toda duda razonable, que la indignación juvenil no nace del desencanto existencial, sino de una nómina. El receptor de esta fortuna, el ciudadano Edson Andrade, a quien hasta ayer conocíamos como un mero impulsor de la marcha de la generación Z, resulta ser en realidad un artesano de la rebelión digital, un orfebre de la ira a sueldo del Partido de Acción Nacional (PAN).
El Manifiesto de la Ira Remunerada
En un alarde de transparencia que sin duda conmoverá a los cielos, la dirigente de Morena utilizó este documento para reforzar el dogma oficial: las multitudes que inundaron las calles no eran un torrente de jóvenes desencantados con el régimen, sino una meticulosa coreografía ejecutada por una red de titiriteros opositores y conspiradores derechistas internacionales. “El joven ‘apartidista‘ Edson Andrade,” declaró Alcalde con la ironía fina de quien descubre agua mojada, “fue contratado por el Partido Acción Nacional en febrero de 2025 por la módica suma de 2.106.810,00 pesos, fraccionados en 12 pagos mensuales de 175.577,50 pesos.” Las cláusulas del sagrado contrato, ahora expuesto a la vista de todos los pecadores, detallan que el señor Andrade se comprometía a prestar un servicio de estrategia digital y gestión de redes sociales para el partido en la Ciudad de México. Una tarea, sin duda, que incluye desde crear memes virales hasta programar la próxima crisis de valores de forma puntual y facturada.
Así, queda inaugurada una nueva era para el activismo: la de la protesta premium, donde la autenticidad se mide en pesos y centavos, y donde el descontento popular se gestiona con la misma frialdad con la que se administra una campaña publicitaria de jabón. ¡Larga vida a la revolución… bien pagada!















