En un sublime ejercicio de teatro diplomático, la parentela del ciudadano azteca Carlos Pérez Osorio ha hecho público un comunicado caligráfico que el detenido logró producir bajo la supervisión de sus amables captores, aquellos benevolentes interceptores de la Flotilla Global Sumud que impedían que la ayuda humanitaria llegara a su destino en Gaza con exquisita eficiencia militar.
“Familia Estoy bien, estoy fuerte y enfocado. Gracias por estar conmigo. Nos vemos pronto. Los amo. Carlos”, reza el epistolario forzado transmitido mediante los buenos oficios de la embajada mexicana en Israel y la siempre diligente Secretaría de Relaciones Exteriores, esa institución que perfecciona el arte de gestionar lo ingobernable.
Los allegados del documentalista, quien cumple más de setenta y dos horas en su retiro involuntario, reconocieron con aguda perspicacia que las grafías corresponden a su puño, pero se permitieron la impertinencia de preguntarse qué tipo de persuasión creativa habría acompañado la redacción de tan tranquilizador mensaje.
“No podemos asumir que refleje su situación real“, declararon los incrédulos familiares, demostrando una peligrosa tendencia a pensar por sí mismos en un mundo donde las narrativas oficiales deberían ser aceptadas con devoción ciega.
“Al día de hoy, Carlos continúa secuestrado tras ser interceptado en aguas internacionales y trasladado a territorio israelí mediante el innovador concepto de relocalización compulsiva“, precisó la familia, empleando terminología que sin duda ofenderá a los arquitectos de esta operación de seguridad.
Los parientes anunciaron que, en su terquedad, persistirán exigiendo respuestas y denunciando injusticias hasta establecer contacto directo con el cautivo y conocer una fecha concreta para su repatriación, como si la burocracia internacional funcionara a ritmo de emergencia humana.
Mientras tanto, la embajada de México continúa su meticuloso protocolo de seguimiento diplomático sobre los seis connacionales recluidos en el centro penitenciario de Ktziot, donde seguramente disfrutan de condiciones compatibles con los más altos estándares de hospitalidad carcelaria.
La SRE, en un comunicado que parece calcado de manuales de no decir nada con elegancia, indicó que su representación mantiene diálogo fluido con las autoridades israelíes para garantizar la salud e integridad física de los detenidos, así como su acceso a elementos básicos como comida, agua y medicamentos, esos lujos que nunca deberían darse por sentado durante un arresto.
“Continúan las gestiones para que puedan salir de Israel a la brevedad posible”, declaró la Cancillería que dirige el canciller Juan Ramón de la Fuente, sin especificar si “brevedad” se mide en horas, semanas o trimestres fiscales.
Como broche final a este episodio de realpolitik, se informó que la diplomacia mexicana explora rutas de evacuación coordinadas con otros países, porque en el gran teatro de las relaciones internacionales, a veces hay que formar fila para recoger a los ciudadanos secuestrados.