La farsa bélica en Sinaloa donde civiles juegan a la guerra con arsenal militar

En un espectáculo digno de una película de acción mal financiada, las fuerzas federales se toparon con lo que solo puede describirse como un “ejército de juguete” en la sierra de Concordia. Cinco “soldados de fortuna” —armados hasta los dientes con más munición que sentido común— decidieron que atacar al Ejército mexicano era una brillante estrategia de carrera. Spoiler: no lo fue.

El primer acto de esta tragicomedia ocurrió cerca de Siqueiros, donde los supuestos guerrilleros urbanos (o ¿serían rurales?) dispararon contra militares profesionales. El resultado fue tan predecible como un final de telenovela: los cinco “Rambos improvisados” acabaron esposados, rodeados de siete armas automáticas y una camioneta robada que, sorpresa, era un arsenal móvil con 960 balas esperando pacientemente su momento de gloria.

Pero el verdadero premio mayor llegó en Las Iguanas, donde la Marina descubrió tres “campamentos de verano” para adultos. Nada como pasar unas vacaciones entre chalecos antibalas, uniformes tácticos y 3,296 proyectiles (porque ¿quién no necesita 83 balas calibre 50 para ir de camping?). Los explosivos caseros añadían ese toque “hágalo usted mismo” que tanto caracteriza al crimen organizado moderno.

Mientras la FGR recibe este arsenal suficiente para armar un pequeño país, uno no puede evitar preguntarse: ¿estos cinco detenidos son realmente “civiles”? ¿O acaban de descubrir la franquicia más absurda de “Home Depot” pero para narcos? En un México donde hasta los delincuentes tienen mejor equipo que muchos policías, esta operación no demuestra triunfos, sino el grotesco fracaso de un sistema que permite que civiles accedan a arsenales de guerra como si compraran pan.