La farsa judicial que convirtió a un inocente en culpable por 14 años

En un giro argumental que ni el más creativo guionista de telenovelas hubiera osado imaginar, el Supremo Tribunal de Justicia —esa institución que funciona como un reloj descompuesto: a veces da la hora por accidente— reconoció lo que cualquier persona con dos neuronas funcionales sabía desde 2010: Rubén Rivera Torres no secuestró a nadie, pero sí fue víctima del deporte nacional favorito: la tortura express.

Las magistradas Miriam Rincón Ochoa y Mayra Angélica Sánchez Grajeda, junto al magistrado José Luis Gutiérrez Miranda, tras una exhaustiva investigación de 14 años (sí, el mismo tiempo que Rubén perdió tras las rejas), determinaron que: 1) el sistema judicial mexicano es tan eficiente como un elefante bailando ballet, y 2) que las confesiones obtenidas a golpes tienen la misma validez legal que un billete de Monopoly.

El Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (Cepad), esa ONG que hace el trabajo que el Estado abandona más rápido que un político sus promesas de campaña, celebró la decisión con un entusiasmo moderado: ¡Bravo! Ahora solo falta que le devuelvan la mitad de su vida y le compensen el trauma de ser tratado como ciudadano de cuarta categoría.

Mientras tanto, la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas (CEEAVJ) —cuyo lema podría ser Te ayudamos… si nos cae bien— se destacó por su consistencia: incumplió todos los acuerdos para brindarle a Rubén tratamiento médico, vivienda o reinserción social. ¿Rehabilitación? Aquí tenemos un manual de 500 páginas sobre cómo dar excusas en burocratés, declaró un funcionario anónimo mientras llenaba su quinto formato innecesario del día.

Rubén, el héroe involuntario de esta tragicomedia judicial, dio un mensaje esperanzador: Que las víctimas no pierdan la fe en un sistema que las revictimiza con la eficacia de una trituradora de papel. El 31 de julio cumplirá 57 años, 14 de ellos gracias al generoso plan vacacional que le otorgó el Estado mexicano: todo incluido (menos la justicia).