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La Fiscalía de Escobedo investiga oficiosamente un acoso en camión

Las autoridades actúan sin la declaración de la víctima, tras viralizarse un video que documenta el incidente en una unidad de transporte.

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Como alguien que ha visto de cerca la evolución de la justicia en materia de delitos contra mujeres, este caso de la Ruta 226 en Escobedo me trae a la memoria una verdad que he aprendido a lo largo de los años: la impunidad comienza en el silencio, pero la tecnología y la acción institucional proactiva están cambiando las reglas del juego.

La Fiscalía General de Justicia del Estado de Nuevo León, bajo el liderazgo de Javier Flores, ha dado un paso crucial al iniciar una investigación de oficio. Esto no es una simple nota de prensa; es un cambio de paradigma. Recuerdo épocas en las que, sin una denuncia formal, estos hechos simplemente se archivaban. Hoy, la viralización de un material audiovisual en redes sociales, como el publicado por Johana Zapata, se ha convertido en un testimonio poderoso que las autoridades no pueden ignorar.

El video, donde la joven relata cómo un hombre la tocaba de manera indebida de forma premeditada durante el trayecto, es el detonante. He sido testigo de cómo este tipo de pruebas digitales han pasado de ser anecdóticas a ser elementos centrales en las pesquisas ministeriales. La Fiscalía ya trabaja en la identificación y localización del presunto agresor, demostrando que, para delitos que se persiguen de oficio como el acoso sexual, la voluntad de la víctima de iniciar el proceso, aunque ideal, no es siempre un obstáculo insalvable.

Sin embargo, y aquí va una lección aprendida tras décadas de observar estos procesos, una investigación robusta necesita de la víctima. El llamado del Fiscal General a que Johana acuda a rendir su declaración es más que un trámite; es la pieza que le da contexto humano y solidez jurídica a la evidencia digital. Fortalece la causa penal de manera invaluable.

Este caso es un ejemplo tangible de los avances en la protección de las mujeres. Muestra una sensibilidad institucional que antes era rara, pero también subraya la importancia crucial de la denuncia formal. Fomentar la cultura de la denuncia no es solo llenar papeles; es tejer una red de justicia donde cada voz cuenta y cada caso, investigado con o sin ella, manda un mensaje claro a los potenciales infractores: la sociedad ya no tolera pasivamente estos actos.

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