Una operación que promete eficiencia, pero que esconde interrogantes sobre el futuro de los precios bajos.
CIUDAD DE MÉXICO.- Detrás del anuncio oficial de Volaris y Viva Aerobus de unirse bajo una sola sociedad controladora, se esconde una pregunta incómoda que analistas y reguladores comienzan a formular: ¿Esta alianza estratégica, presentada como un motor para abaratar costos, terminará encareciendo los vuelos para el consumidor mexicano?
Las aerolíneas defienden su proyecto. Aseguran que esta holding o compañía matriz les permitirá lograr mayores economías de escala, optimizar el costo de propiedad de su flota y acceder a capital de forma más eficiente. Su narrativa pública es clara: el objetivo es “expandir la oferta de servicios de bajo costo”. Sin embargo, expertos consultados levantan la voz para señalar un riesgo latente.
“Desde el punto de vista de la regulación de competencia económica, esto califica claramente como una concentración que necesariamente requerirá de la autorización de la nueva Comisión Nacional Antimonopolio“, advierte Juan Carlos Machorro, abogado especialista de Santamarina y Steta. Su escepticismo no es gratuito. La investigación periodística revela cifras que pintan un escenario de dominio preocupante.
El mapa de la concentración: de un 40% a un control total
El primer hallazgo clave es la participación de mercado. Juntas, Volaris y Viva Aerobus controlan más del 40% del tráfico aéreo nacional, duplicando la cuota de Aeroméxico. Pero el dato revelador, la pieza del rompecabezas que cambia la perspectiva, surge al delimitar el segmento específico. “Si se considera el mercado de las aerolíneas de bajo costo, son los únicos dos jugadores, porque ya no existe Interjet. Ese 40% se convierte en el 100% del mercado de bajo costo”, detalla Machorro.
Este monopolio *de facto* en el segmento económico enciende, según los expertos, todos los focos rojos regulatorios. La pregunta incisiva que sigue es: ¿en qué rutas se solapan? La aprobación de la fusión dependerá de un análisis meticuloso de sus redes. Donde hoy compiten, mañana podrían ser el único operador, eliminando cualquier presión para mantener tarifas bajas. “Se acaba la competencia entre las aerolíneas de bajo costo”, sentencia el abogado, planteando un escenario donde la tentación de alinear precios hacia arriba, siguiendo a Aeroméxico, sería poderosa.
Una mirada internacional y la promesa por cumplir
La investigación no se limita a México. Esta unión también estará bajo la lupa de las autoridades antimonopolio de Estados Unidos, dado el extenso tráfico binacional de ambas compañías. Jonathan Félix, analista de Verum, ofrece un contrapunto, señalando que casi el 40% de las rutas de cada aerolínea ya opera sin competencia directa. Su testimonio introduce un matiz: el impacto real podría concentrarse en corredores de alta densidad como Ciudad de México, Guadalajara o Cancún.
“Si ellos cumplen con lo que dijeron, es positivo… pero sólo el tiempo lo dirá”, comenta Félix, encapsulando el saludable escepticismo que debe rodear este proceso. Las aerolíneas insisten en que mantendrán sus marcas y operaciones independientes. No obstante, la estructura de holding crea un centro de control común para decisiones financieras y estratégicas clave.
La revelación final: una encrucijada para el regulador
Al conectar los puntos, la narrativa va más allá de un simple anuncio corporativo. Lo que está sobre la mesa es una encrucijada para la autoridad antimonopolio. Debe decidir si confía en las promesas de eficiencia y precios bajos de las aerolíneas, o si prioriza la preservación estructural de la competencia en un mercado ya de por sí concentrado.
La conclusión de este proceso investigativo es clara: la fusión Volaris-Viva no es solo una reordenación financiera. Es un experimento que pondrá a prueba la fortaleza de la regulación mexicana y definirá, por años, el costo de volar para millones de pasajeros. La verdad última, como suele ocurrir, no está en los comunicados de prensa, sino en el riguroso escrutinio que ahora debe comenzar.
