La Generación Z divide las calles con protestas opuestas en el Centro Histórico

Dos Realidades en el Corazón de la Capital

La Ciudad de México fue testigo de un contraste social en tiempo real. En el lapso de una semana, el Centro Histórico albergó dos manifestaciones atribuidas a la Generación Z, pero con identidades, agendas y participantes radicalmente diferentes.

En la primera mitad de noviembre, el centro de la CDMX se convirtió en escenario de dos marchas, ambas autoproclamadas de la Generación Z.

Activismo Cibernético y Símbolos de la Cultura Pop

La primera concentración, el 8 de noviembre, encarnó el nuevo rostro del activismo digital. Una marea juvenil convergió desde el Ángel de la Independencia hasta el Hemiciclo a Juárez, fusionando el lenguaje de la protesta tradicional con iconografía global. Bandera palestinas se mezclaron con la Jolly Roger de One Piece, un emblema del anime adoptado como símbolo de resistencia. Su repertorio de demandas incluyó el fin de la violencia sistémica, la crisis de vivienda asequible y la obsoleta jornada laboral de 48 horas, mientras criticaban abiertamente la geopolítica internacional.

Este colectivo se distanció estratégicamente de la convocatoria del 15 de noviembre, señalándola como una operación de astroturfing político orquestada por figuras de la oposición tradicional.

La Respuesta del Establecimiento

La segunda movilización, el 15 de noviembre, presentó una demografía opuesta: predominaron adultos y adultos mayores, con una notable ausencia del segmento juvenil que caracterizó la protesta anterior. Bajo un discurso abiertamente confrontativo hacia la administración de Claudia Sheinbaum, los manifestantes exigieron una revocación de mandato y mostraron un rechazo frontal a la figura de Andrés Manuel López Obrador.

El respaldo institucional incluyó a expresidentes y figuras políticas consolidadas, junto con integrantes del Movimiento del Sombrero, quienes buscaban justicia por el asesinato del alcalde Carlos Manzo.

Enfrentamiento y Consecuencias

La tensión escaló hasta un punto de ruptura cuando manifestantes derribaron el perímetro de seguridad alrededor de Palacio Nacional. La respuesta policiaca incluyó el uso de escudos antidisturbios y proyectiles, resultando en un balance oficial de 120 lesionados —100 elementos de seguridad— y 20 detenciones. La asistencia fue cuantificada en aproximadamente 17,000 personas, marcando uno de los episodios más críticos de movilización social en la capital reciente.

Este duelo de protestas evidencia la polarización que define el actual panorama sociopolítico mexicano, donde diferentes generaciones utilizan las calles para expresar visiones contrapuestas sobre el futuro del país.

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