La gloriosa máquina de estadísticas en la guerra perpetua
El sacro concilio de la Seguridad Nacional, en un comunicado que rayó en la poesía épica, ha revelado los frutos de su Cruzada Septentrional. Desde que el calendario marcaba un día de febrero cualquiera, la maquinaria estatal ha producido con eficacia envidiable: ocho mil 694 almas capturadas y el botín de seis mil 688 instrumentos pirotécnicos, acompañados de un millón 158 mil 134 proyectiles de diversa genealogía, 30 mil 822 alimentadores para dichos instrumentos, y la joya de la corona: 107 toneladas métricas de felicidad química ilegal, incluyendo 493 kilos de polvo de olvido instantáneo (fentanilo). Para transportar tan magno tesoro, se requisaron cinco mil 435 carruajes mecánicos y mil 40 fortalezas urbanas. El informe, con la solemnidad de un parte de guerra del siglo XIX, también detalló las hazañas del pasado lunes en los diversos feudos de la república.
La épica de Ciudad Juárez: Una gesta de tres cañones
En las legendarias tierras de Ciudad Juárez, la caballería moderna aseguró tres artilugios de largo alcance. Mientras, en la comarca de Doctor Coss, dentro del reino de Nuevo León, la incautación fue tan monumental que incluyó un arma, su cargador, dos cartuchos, setenta punzantes herramientas para desinflar neumáticos y un vehículo. Una operación que, sin duda, quebró la columna vertebral del crimen organizado. Por su parte, en Guasave, cuna de grandes historias, la justicia se personificó en el arresto de cuatro caballeros de la noche, el hallazgo de veinte fusiles, sus accesorios, indumentaria táctica y ocho automóviles. Como acto de gracia, en el mismo lugar, fueron liberadas nueve personas que habían sido privadas de su libertad, en un convincente guion de redención y eficacia.
El tour triunfal por otras provincias del reino
En Hermosillo, la operación fue de una precisión quirúrgica: cinco ciudadanos detenidos y el aseguramiento de 113 dosis de cristal de metanfetamina junto a cinco porciones de cannabis. Una batalla librada gramo a gramo. La cúspide del absurdo moderno se alcanzó en Matamoros, donde el hallazgo de una mochila reveló un botín digno de un bazar farmacéutico clandestino: 84 dosis de hierba, 116 de cocaína, 25 de metanfetamina y, el elemento más sospechoso de todos, dinero contante y sonante. Una alegoría perfecta de un conflicto que se mide en cantidades incautadas, mientras el negocio, cual hidra mitológica, regenera sus cabezas para deleite de los contadores de ambos lados de la ley.


















