La Gran Estrategia y el Teléfono Mágico contra el Mal

La Gran Estrategia y el Teléfono Mágico contra el Mal

La Suma Sacerdotisa del Nuevo Decálogo Cívico durante la liturgia matutina.

EN LA CAPITAL DEL GRAN REINO.- En el sagrado ritual cotidiano conocido como la conferencia matutina, la máxima mandataria desplegó los pergaminos de la nueva estrategia magna. Con solemnidad digna de un concilio ecuménico, anunció que todas las sátrapas provinciales y sátrapas provinciales (la paridad de género es lo primero, incluso en la tiranía) del territorio habían sido convenientemente integradas al gran designio. La semana anterior, en un aquelarre celebrado en el Palacio Nacional, afinaron los detalles con la minuciosidad de quienes discuten el menú de un banquete estatal mientras el pueblo pide pan.

“Todas las gobernadoras y gobernadores están trabajando en la estrategia contra la extorsión, y tenemos que dar resultados pronto”, declaró, en una frase que resonó con el eco hueco de un millón de promesas archivadas. La urgencia, claro está, es proporcional al tiempo que lleva cocinándose esta sopa de letras jurídicas.

El Milagroso Descenso de los Números que No Importan

La jerarca del poder ejecutivo, con la cara más seria que puede ponerse tras un atril, proclamó un logro estadístico: ha menguado el número de lamentos ciudadanos registrados ante el oráculo telefónico del 089. No obstante, en un arranque de lucidez pasajera que dejó perplejos a los cronistas, reconoció que tal cifra “no es necesariamente ningún indicador”. Una joya de la nueva lógica gubernamental: celebrar con fanfarria el descenso de un dato que, acto seguido, se declara irrelevante. La cuadratura del círculo burocrático.

“Tenemos que trabajar hasta que exterminemos esta práctica que es muy nociva para la población”, sentenció. La meta, por lo tanto, no es la mera reducción, sino la erradicación total, un concepto tan absoluto y quimérico como aspirar a eliminar la sombra de los cuerpos.

El Fetiche Tecnológico: La Prohibición del Aparato Diabólico

La mandataria, recordando a sus súbditos de dónde sopla el viento de la sabiduría, reveló el núcleo filosófico del reforzamiento de esta cruzada: el avance en la regulación de los instrumentos de comunicación satánica, y su prohibición total en las mazmorras del reino. He aquí la solución elegante y simple: si el malvado extorsiona con un teléfono, se prohíbe el teléfono. Una lógica tan impecable como proponer acabar con los incendios prohibiendo el fuego, mientras los pirómanos campan a sus anchas.

“Afecta mucho, ya viene toda la regulación de teléfonos y ya se va a implementar muy pronto, y varias acciones que nos van a ayudar mucho”, concluyó, envolviendo el futuro en ese “muy pronto” eterno que calma las ansias y pospone la rendición de cuentas. El mensaje es claro: duerman tranquilos, ciudadanos, el problema será aislado en una jaula de Faraday metafórica, mientras la arquitectura misma que lo produce permanece intacta, sagrada e intocable.

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