El Gran Teatro de la Diplomacia Económica
Con la solemnidad de un faraón inaugurando una pirámide inútil, el régimen mexicano ha proclamado la culminación de su monumental ejercicio consultivo sobre el tratado comercial con sus amos—perdón, socios—del norte. La Secretaría de Economía, en un alarde de eficiencia burocrática sin precedentes, ha logrado organizar mesas de debate en los treinta y dos estados de la república, donde treinta sectores productivos fueron convenientemente escuchados antes de ser elegantemente ignorados.
La Farsa Participativa: ¿Qué se discutió realmente?
El ministerio económico se apresta ahora a redactar un documento sagrado que será presentado en enero a la Presidenta y al Senado, como si de tablas de la ley moisés se tratara. “Estas mesas permitieron identificar temas prioritarios“, declaró la dependencia con una cara más dura que el acero que pretenden proteger. Lo que no mencionan es que estas consultas tienen la misma utilidad práctica que un paraguas en un huracán nuclear: sirven para aparentar democracia mientras se cocinan por detrás los verdaderos acuerdos.
El Contraste Norteño: Mientras en el Imperio…
Al otro lado de la frontera, el representante comercial estadounidense anuncia con desparpajo el retraso de su propia pantomima participativa. Los bárbaros del norte posponen su audiencia pública con la misma naturalidad con que un emperador romano cambiaba la fecha de los juegos circenses. Canadá, por su parte, ni siquiera se molesta en el teatro: recibe comentarios en privado, como corresponde a una monarquía parlamentaria que no necesita fingir que la plebe opina.
Así marcha el gran circo del TMEC: tres países, tres formas de simular que los ciudadanos importan en decisiones que fueron tomadas hace años en los clubes exclusivos de la élite global. México gana el premio al mejor guión de comedia política, Estados Unidos al mejor drama de suspenso y Canadá al documental más aburrido. ¡Larga vida a la democracia consultiva!

















