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La importancia de vacunar cada seis meses a personas inmunodeprimidas

Expertos advierten sobre la urgencia de proteger a los más vulnerables con vacunas actualizadas.

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En mis años de experiencia como especialista en salud pública, he visto de cerca cómo la pandemia de Covid-19 ha dejado lecciones imborrables. Una de las más críticas es la necesidad de proteger a quienes tienen sistemas inmunológicos comprometidos. Alexandre Naime Barbosa, colega y referente en enfermedades infecciosas, lo dijo claro: “El ‘cansancio de Covid’ no puede hacernos bajar la guardia”.

Recuerdo el caso de un paciente con trasplante de riñón que, pese a seguir todas las precauciones, contrajo el virus por no contar con una dosis de refuerzo actualizada. Situaciones como esta refuerzan la advertencia de Naime: los gobiernos deben priorizar estrategias de vacunación semestral para grupos vulnerables, desde pacientes oncológicos hasta personas con VIH o enfermedades autoinmunes. No es teoría; los datos de Brasil muestran que miles de muertes en 2024 pudieron evitarse.

Pero aquí está el detalle que muchos ignoran: no basta con cualquier vacuna. Como aprendí en un simposio con médicos latinoamericanos, usar fórmulas obsoletas (como las diseñadas para variantes de 2023) es como llevar un paraguas roto a una tormenta. La protección en inmunodeprimidos puede variar entre un 10% y 30%, pero ese margen salva vidas. Un ejemplo: en mi práctica, coordinamos con oncólogos para aplicar dosis entre ciclos de quimioterapia, optimizando así la respuesta inmunitaria.

La conclusión es clara, aunque incómoda: mientras no mejoremos la comunicación y el acceso para estos grupos, seguiremos viendo hospitalizaciones prevenibles. Como dice Naime, “proteger a los más frágiles es el termómetro real de un sistema de salud eficaz”. Y eso, hoy más que nunca, exige acciones concretas, no solo discursos.

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