¿Y si la inacción no fuera negligencia, sino una política económica disruptiva? Mientras Estados Unidos alerta sobre el colapso en la persecución de la piratería en México, la Fiscalía General de la República (FGR) opera bajo un paradigma que redefine—o ignora—la protección de la propiedad intelectual.
La administración de Andrés Manuel López Obrador ha presidido un desplome superior al 50% en las investigaciones por falsificación, un silencio procesal que abogados especializados y el informe 301 de la USTR consideran alarmante. Este no es un mero descuido; es un vacío estratégico que cuestiona los cimientos de la protección creativa y comercial.
Imaginen un ecosistema donde la innovación no se protege con leyes, sino que se libera. Entre 2019 y 2025, ni una sola investigación por violaciones a la Ley Federal de Derecho de Autor. Cero. Mientras, delitos contra la propiedad industrial cayeron 33.5%. ¿Es esto un fracaso institucional o un experimento radical de acceso al conocimiento?
La respuesta oficial es el silencio: la FGR no reporta estadísticas desde hace cinco años. Pero detrás de este apagón de datos yace una realidad más compleja: reformas legales sin reglamentar, ministerios públicos sin incentivos y una infraestructura judicial que prioriza otros delitos.
Expertos como Arturo Rodríguez y Daniel Legaspi señalan lagunas normativas críticas. La reforma de 2015, que permitía perseguir la piratería sin denuncia, resultó contraproducente. Sin recursos ni directrices claras, la aplicación se evaporó.
México es hoy un laboratorio de lo que ocurre cuando el Estado se retira de la protección intelectual: un paraíso para la falsificación, pero también un caso de estudio en la economía informal del acceso. El desafío no es solo legal; es filosófico. ¿Cómo reconstruimos los incentivos para la creatividad en un mundo donde la protección es optativa?
La advertencia estadounidense no es solo un reclamo comercial; es un espejo. Refleja los riesgos de desacoplar la innovación de la protección, y plantea una pregunta incómoda: ¿puede un país prosperar si su talento no puede defenderse?
La revolución no está en evadir la ley, sino en reinventarla. Urge un modelo que combine vigilancia inteligente, regulación ágil y sobre todo, una visión que vea en la propiedad intelectual no un obstáculo, sino el oxígeno de la economía del futuro.














