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La industria panadera sacrifica ganancias por mantener consumo

Un aumento en el consumo esconde una realidad crítica: los panaderos enfrentan una severa crisis de rentabilidad que está transformando el sector.

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¿Qué hay detrás del aparente éxito de un mayor consumo de pan en México? Una investigación revela que este incremento es, en realidad, una cortina de humo que oculta una profunda crisis de rentabilidad que está estrangulando a miles de panaderías en el país.

Las cifras oficiales muestran un panorama alentador: los mexicanos han aumentado su consumo a 35.7 kilos per cápita al año, una cifra que no se veía desde 2017. Pero, ¿a qué costo real para los productores? Nuestra investigación descubrió que este repunte en las ventas no se traduce en ganancias, sino en una lucha desesperada por la supervivencia.

Documentos y reportes de la industria obtenidos por este medio detallan una cruda realidad: entre 2022 y 2025, los insumos básicos como las harinas de trigo, la leche fresca, la mantequilla y el huevo reportaron inflaciones acumuladas de hasta el 39 por ciento. ¿Cómo es posible que un negocio sobreviva con márgenes tan comprimidos?

En una entrevista exclusiva, Julián Castañón Fernández, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Panificadora y Similares de México (Canainpa), reveló la estrategia no dicha: “Los insumos de negocios como las panaderías están directamente afectados por los commodities. Suben los insumos, pero nosotros nos tenemos que ajustar, menos de lo que sería deseable”.

¿Qué significa este “ajuste” en la práctica? Según testimonios recabados de varios panaderos, la industria ha sacrificado inversiones críticas en tecnología, mantenimiento y modernización de procesos. “Lo que castigamos son procesos de mantenimiento, de modernización, porque o sobrevivimos o evolucionamos, porque el dinero no alcanza para todo”, confesó Castañón.

Nuestra investigación conecta puntos que inicialmente parecían inconexos: la invasión rusa a Ucrania en 2022, que disparó el precio de los granos a nivel global, obligó a la industria a una disyuntiva crítica. ¿Aumentar los precios y arriesgarse a una caída en el consumo, o mantenerlos artificialmente y sacrificar su futuro?

La estrategia resultante es tan ingeniosa como desesperada: mientras mantienen precios en panes tradicionales para no ahuyentar a la clientela habitual, han apostado por una mayor variedad de panes de dulce y estilos personalizados con precios premium. ¿Están los consumidores dispuestos a pagar más por productos especializados que subsidien la canasta básica de pan?

El panorama final que emerge es alarmante. De las aproximadamente 55 mil unidades de negocio dedicadas a la panadería en el país, muchas operan al borde del cierre. “Hay quienes encontraron una oportunidad de mercado y van desarrollándose, pero hay muchas panaderías que no han logrado sobrevivir ante esta coyuntura de cierre de rendimientos”, admitió el directivo.

La verdad oculta que descubrimos es que el aparente éxito del consumo es un espejismo que esconde una industria luchando por su propia existencia, donde la innovación no nace de la abundancia, sino de la pura necesidad de supervivencia.

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