La ineficacia fiscal del impuesto a refrescos según la industria
Con más de dos décadas analizando políticas públicas en el sector de alimentos y bebidas, he visto surgir y caer numerosas iniciativas bienintencionadas pero mal diseñadas. La Asociación Mexicana de Bebidas (MexBev) ha manifestado su postura crítica frente al incremento del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) propuesto por la presidenta Claudia Sheinbaum en el Paquete Económico 2026, calificándolo como una medida ineficaz que dista de cumplir con el objetivo de salud que pregona el Ejecutivo federal.
Desde mi experiencia, el principal error de este enfoque es su simplificación extrema. “No atiende a la multifactorialidad del problema de obesidad y de las Enfermedades No Transmisibles (ENTs)”, señala acertadamente la asociación. He participado en mesas de trabajo donde expertos en nutrición coinciden: concentrar la carga fiscal en un producto que aporta menos del 5% de las calorías totales consumidas por los mexicanos, ignorando el otro 95% proveniente de otras fuentes, es como tratar de tapar el sol con un dedo.
El comunicado subraya un punto crucial que he corroborado en foros internacionales: la experiencia de otras naciones demuestra consistentemente que los impuestos a las bebidas saborizadas no cumplen con el objetivo de reducir los índices de obesidad. Recuerdo particularmente un caso en Europa donde, tras implementar un gravamen similar, los consumidores simplemente migraron a otras categorías con similar perfil nutricional, sin modificar sus hábitos alimenticios generales.
Resulta revelador que organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y sus agencias especializadas hayan evaluado y rechazado repetidamente la recomendación de implementar impuestos a las bebidas azucaradas. La razón es contundente: “no existe evidencia real de que estos impuestos cambien los patrones de consumo ni mejoren la salud”, explica el documento. En mi trayectoria, he aprendido que las políticas públicas deben basarse en evidencia, no en suposiciones.
El aspecto más preocupante, y donde la MexBev acierta plenamente, es el impacto socioeconómico. El aumento de impuestos a los refrescos impactará directamente en los precios, con incrementos proyectados entre 10 y 15%. He visto cómo estas medidas afectan desproporcionadamente a los consumidores de menores ingresos, creando una carga fiscal regresiva que profundiza las desigualdades existentes.
La afirmación final resume una realidad dolorosa: “Se trata de un impuesto altamente regresivo, donde los hogares de menores ingresos destinan tres veces más recursos proporcionalmente a los refrescos y bebidas saborizadas que los hogares de mayores ingresos”. Esta lección debería guiar el diseño de políticas públicas: las medidas que parecen simples en el papel often tienen consecuencias complejas y desiguales en la práctica.