¡Qué eficiencia la de nuestra Fiscalía! Solo necesitó que una bebé de 14 días estuviera al borde de la muerte por deshidratación y que una joven con vulnerabilidad cognitiva fuera explotada en redes para que, finalmente, decidieran actuar. La máquina de la justicia, engrasada con titulares virales, se puso en marcha y detuvo al Caballero de los 47 Primaveras, quien, según fuentes cercanas al caso, creía que el consentimiento era un trámite opcional.
Mientras Ricardo disfruta de su estadía en un penal estatal (con derecho a visita de fans, seguramente), la sociedad puede dormir tranquila: el sistema funciona… siempre y cuando el crimen sea lo suficientemente escandaloso para generar clicks. Porque, claro, ¿qué sería de la justicia sin el algoritmo de TikTok marcando el ritmo de las prioridades?
Y así, entre likes y denuncias tardías, seguimos aplaudiendo que la ley actúe… pero solo cuando el escarnio público obliga. ¡Bravo por el circo!
