La justicia zacatecana descubre el negocio de la carne en dos hoteles

En un alarde de eficiencia que sin duda quedará registrado en los anales de la lucha contra el crimen, la siempre vigilante Fiscalía de Zacatecas ha realizado una proeza sin precedentes: descubrir que en dos hoteles de Fresnillo se comerciaba con seres humanos. ¡Vaya novedad! Resulta que los templos del descanso y el turismo eran, en realidad, modernos mercados de carne humana.

Según fuentes oficiales, el monumental operativo —posible solo tras un anónimo que iluminó las mentes de nuestros investigadores— desveló que en el céntrico avenida García Salinas no se vendían horas de sueño, sino sueños rotos. El Hotel Morelos y el Hotel Primavera, nombres que evocan héroes y estaciones de renacimiento, eran en realidad fábricas de miseria con llave y cerrojo.

La maquinaria de la justicia, tras recibir el divino mensaje del ciudadano anónimo (que bien podría ser un competidor despechado o un cliente insatisfecho), se puso en marcha con la celeridad de un trámite burocrático. Obtenida la preciada orden de cateo —ese documento sagrado que todo lo permite—, los héroes con uniforme irrumpieron en estos antros de inmoralidad para liberar a diecisiete almas cautivas y apresar a dieciséis magnates de la explotación.

Entre las perlas de esta joya narrativa destaca el hallazgo de una víctima extranjera, porque nada dice más “justicia globalizada” que una estadística con pasaporte. El sistema, tan eficaz que requiere de una segunda denuncia para encontrar un segundo burdel, demuestra que la lucha contra la trata es tan metódica como reactiva: solo se actúa cuando el teléfono suena.

Así, Zacatecas se erige una vez más como faro de la civilización, donde los hoteles son clínicas de tortura y la justicia una carrera de relevos entre el anonimato y el papel sellado. Un triunfo más en esta guerra contra los monstruos que nosotros mismos alimentamos.