El ocaso de un sistema de pensiones histórico
La Ley 73, el pilar que durante generaciones permitió a los trabajadores mexicanos asegurar su jubilación basándose en sus semanas cotizadas y su salario promedio, está llegando a su fase final, marcando el fin de una era para el sistema de seguridad social.
Foto: El Universal.
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Un cambio de paradigma: De la solidaridad colectiva a la capitalización individual
El punto de inflexión se estableció en 1997 con la introducción de la Ley 97, un modelo disruptivo que reemplazó el régimen de reparto tradicional por un sistema de cuentas individuales administradas por las Administradoras de Fondos para el Retiro (AFORE). Este giro estratégico implica que toda la fuerza laboral que inició sus aportaciones después de esa fecha queda automáticamente fuera del alcance de la Ley 73.
Las nuevas generaciones de profesionistas y trabajadores deben adaptarse al esquema de las AFORE, donde la pensión final es el resultado de un algoritmo que considera las aportaciones acumuladas, los rendimientos financieros generados y variables demográficas como la esperanza de vida, un modelo de ahorro individual que contrasta con la solidaridad intergeneracional del sistema anterior.
Comparativa de modelos: Lo que se pierde y lo que viene
El antiguo régimen de la Ley 73 garantizaba el derecho a la pensión a los 60 años con 500 semanas de cotización, o a los 65 con un requisito menor, calculando el monto sobre el promedio salarial del trabajador. La transición al sistema de cuentas individuales de la Ley 97 redefine por completo la ecuación, con un cálculo de beneficio que, en la mayoría de los casos, resulta significativamente menor, planteando un desafío para la seguridad financiera en la vejez.
Estrategias de futuro en la era de las AFORE
Los especialistas en planificación financiera recomiendan auditar de manera inmediata el historial de semanas cotizadas y los estados de cuenta de la AFORE para verificar el cumplimiento de los requisitos pendientes antes del cierre definitivo del régimen. Paralelamente, es fundamental explorar instrumentos de ahorro voluntario, fondos de inversión y otros vehículos financieros para construir un colchón económico complementario que garantice la tan anhelada tranquilidad en la etapa de retiro.