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La milagrosa tarjeta que transforma descuentos en ingresos pasivos

Descubre cómo un plástico mágico convierte descuentos en ingresos sin mover un dedo.

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La milagrosa tarjeta que transforma descuentos en ingresos pasivos

La llave maestra que abre cofres de descuentos en el reino de la austeridad

En un alarde de generosidad sin precedentes, el gobierno mexicano ha descubierto la piedra filosofal de la economía geriátrica: la credencial INAPAM, un talismán que convierte a sus portadores en alquimistas modernos capaces de transmutar descuentos en ingresos pasivos. ¡Abracadabra, pensiones multiplicadas!

Este pase de oro –gratuito como todo lo que vale la pena en esta vida– permite a los venerables ciudadanos de 60+ años disfrutar de rebajas que oscilan entre el “apenas te noto” (10%) y el “¡abuelito, éste es mi negocio!” (50%). Desde su café matutino hasta su paseo en autobús hacia la clínica, cada transacción se convierte en una jugosa oportunidad de ahorro.

Imaginen la escena: Don Rodolfo, 72 años, ex obrero textil, se frota las manos mientras pide su desayuno en Darsky Coffee. El mesero, al ver la sagrada credencial, hace una reverencia y aplica el 20% de descuento. ¡40 pesos salvados! Multiplíquenlo por 30 días y tendrán suficiente para comprar… bueno, quizá medio kilo de tortillas premium.

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El milagro se extiende a todos los ámbitos: transporte público (50% menos para viajar apretujados como sardinas), farmacias (donde la pastilla para la presión cuesta lo que debería costar siempre) y hasta en el predial (porque nada dice “gracias por toda una vida de impuestos” como pagar menos por seguir pagando).

Para obtener este salvoconducto a la economía de la supervivencia, los postulantes deben presentar:

  • Documentos que prueben que efectivamente están vivos (y viejos)
  • Fotos tamaño infantil (porque a los 80 todos recuperamos esa encantadora inocencia)
  • Un contacto de emergencia (preferiblemente alguien más joven que recuerde dónde dejaron sus lentes)

Eso sí, el verdadero juego está en convertirse en un cazador de descuentos profesional. ¿Medicinas? Descuento. ¿Entradas al cine? Rebaja. ¿Servicio funerario? Bueno… ese lo usará alguien más, pero ¡también aplica!

En un país donde las pensiones son más mito que realidad, el INAPAM se erige como el Robin Hood de los abuelos: les quita a los comercios (un poquito) para darles a los jubilados (un poquitito menos). Y aunque nadie se hace rico con esto, al menos pueden morirse tranquilos sabiendo que ahorraron un 15% en su último estudio de laboratorio.

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Así que ya lo saben, queridos ancianos: mientras el sistema les niega jubilaciones dignas, siempre les quedará el consuelo de pagar sólo medio boleto para viajar de pie en el metro. ¡Viva el ahorro heroico!

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