La Ofrenda que Honra el Legado de las Mujeres Indígenas
Desde mi experiencia, haber presenciado a lo largo de los años numerosas celebraciones del Día de Muertos me ha enseñado que cada ofrenda cuenta una historia única. Este año, la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, presentó la ofrenda monumental en Palacio Nacional, dedicándola a las mujeres indígenas. Esta decisión no es solo un acto protocolario; es un reconocimiento profundo que he visto ganar fuerza con el tiempo, un intento genuino de sanar heridas históricas y visibilizar a quienes durante siglos fueron el pilar silencioso de nuestra nación.
La instalación, rebosante de flores, colores, canto y fuego, no es solo una exhibición estética. Me recuerda a las enseñanzas de mi abuela: el verdadero tributo está en la intención. Aquí, se honra con autenticidad a las mujeres que cuidaron la milpa —el corazón de nuestra alimentación—, a las curanderas que con su conocimiento de hierbas sanaron comunidades enteras, a las narradoras que tejieron nuestra identidad bajo la luz de la luna y a las luchadoras sociales que defendieron su territorio y su dignidad con una fortaleza que solo nace del amor a la tierra.
Un detalle que siempre me conmueve es el poder del cempasúchil. Como bien se expresó: “Cada pétalo de cempasúchil marca el camino de regreso para aquellas mujeres que sembraron vida en su paso por la tierra…”. He aprendido que esta flor no solo guía, sino que testifica. Ellas, nuestras ancestras, permanecen aquí: en la voz del viento que acarrea sus cantos, en el pulso de la tierra que ellas labraron y en el eco persistente de cada palabra de sus lenguas maternas, que debemos escuchar y preservar.
Los Elementos que Tejen el Significado de la Ofrenda
Analizar los componentes de esta ofrenda es entender un lenguaje simbólico. No son objetos puestos al azar; cada uno es una palabra en un diálogo con la memoria. Las flores, con el cempasúchil a la cabeza, encarnan la dualidad vida-muerte, un concepto que en la práctica va más allá de lo teórico. He visto en comunidades cómo este símbolo materializa la creencia de que la muerte es un renacimiento, y al colocarlo para estas mujeres, se subraya que su legado es perenne, una semilla que sigue germinando en la cultura mexicana.
El mensaje es claro y contundente: “Nuestra ofrenda es para ellas: por su fuerza, su sabiduría y su amor infinito. Ancestras de todas y todos los mexicanos”. Esta frase resume una lección crucial: la identidad nacional no se puede entender sin reconocer a estas guardianas del conocimiento ancestral. La ceremonia, por lo tanto, se erige como un espacio vital de reflexión y agradecimiento, un necesario acto de justicia simbólica hacia las contribuciones de las mujeres indígenas, fundamento indiscutible de nuestra identidad colectiva.
La ofrenda en Palacio Nacional se llena de flores, colores, canto y fuego. Cada pétalo de cempasúchil marca el camino de regreso para aquellas mujeres que sembraron vida en su paso por la tierra.
Honramos a las que cuidaron la milpa, a las que curaron con hierbas, a las que… pic.twitter.com/qYiA9HrW5S
— Claudia Sheinbaum Pardo (@Claudiashein) November 1, 2025
				
															
								
															















