CIUDAD DE MÉXICO.- En un giro cómico digno del más absurdo teatro del esperpento, el sagrado suelo mexicano ha desarrollado un novedoso y tortuoso rito de iniciación para el emprendedor foráneo: el arte de financiar, con la propia ruina, la holgazanería financiera de sus clientes. La última Radiografía del Emprendimiento, un documento que debería leerse como una tragicomedia, desvela que más de un tercio de estos ilusos benefactores económicos soporta el honor de que le adeuden hasta cuatro meses de trabajo, un periodo en el que, para cualquier mortal, un embarazo llega a término, pero un pago, ni se asoma.
El perfil del mártir voluntario: altas calificaciones para una humillación baja
¿Quiénes son estos seres que, poseyendo estudios superiores y experiencia en otras latitudes, deciden someterse a este peculiar vía crucis administrativo? En su mayoría, latinoamericanos escapando de dramas propios para aterrizar en este sainete ajeno. Vienen de Venezuela, Colombia o Argentina, creyendo que el infierno es solo hiperinflación o populismo, para descubrir aquí un infierno más sutil y burocrático: el del cliente que, con una sonrisa, te condena a la iliquidez perpetua. Son, en esencia, refugiados económicos que terminan financiando, sin querer, la cultura nacional del “ahorita te pago”.
Excelencia castigada: facturan cinco veces más y sufren cinco veces más
La ironía suprema, el chiste negro del sistema, es que estas empresas de parias facturan cinco veces más que la media local. ¡Imagínense la herejía! Llegan con modelos eficientes, digitalización y una peligrosa costumbre llamada “cumplir”. Su crimen es la competencia. El castigo, institucionalizado, es una maraña de leyes indescifrables, trámites diseñados por un laberinto minotauro y la sublime ignorancia, por parte del Estado, de su propia existencia. El 84% desconoce los programas de apoyo, no porque no busquen, sino porque dichos programas parecen escritos en un dialecto extraterrestre y escondidos bajo una piedra.
Prioridades en el manicomio: vender más a quien menos paga
Frente a este panorama dantesco, ¿cuál es la gran prioridad estratégica de estos condenados? No, no es huir. Es mejorar las ventas y fidelizar clientes. La lógica es brillante: para curar la hemorragia, hay que hacer más grande la herida. La mitad se afana en prospectar nuevos deudores, en una espiral donde el crecimiento se mide no en ganancias, sino en la magnitud de la cartera vencida. Mientras, suplican por un notario que entienda sus papeles y un banco que, por un acto de fe, les abra una cuenta sin exigirle al espíritu santo como aval.
La solución propuesta por los estudiosos es tan delirante como el problema: difundir información multilingüe y simplificar trámites. Es decir, traducir al inglés, francés y criollo venezolano las mismas normas kafkianas y allanar el camino hacia el mismo abismo. Bienvenidos al paraíso del emprendimiento migrante, donde el éxito se mide por cuánto tiempo puedes sobrevivir sin que te paguen, y la verdadera integración consiste en aprender a sonreír mientras te clavan la puñalada de la morosidad.
