La Invasión de los Parásitos Oficiales
En un alarde de eficiencia que dejaría perplejos a los mismísimos virreyes de la Nueva España, el augusto Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) ha proclamado una victoria tan monumental como los números que la sustentan. A un año de la aparición del gusano barrenador del ganado, la plaga ha sido milagrosamente contenida en el sur–sureste, un triunfo que se mide en un 99.9% de casos activos confinados a esa región. ¡Qué fortuna que el parásito haya mostrado un patriotismo ejemplar, negándose a cruzar hacia el norte como si fuera un migrante indocumentado!
La maquinaria estatal, esa bestia burocrática de apetito insaciable, ha desplegado la operación zoosanitaria más colosal de la historia reciente. Un ejército de mil 195 almas —una cifra que haría palidecer a las legiones romanas— se dedica a la noble tarea de inspeccionar, tratar y restringir, demostrando que el verdadero talento nacional no está en producir, sino en regular la producción.
La Farsa de los Billones Voladores
Para combatir a un gusano, nuestros sabios gobernantes han descubierto el arma definitiva: la mosca estéril. En una alegoría perfecta de la productividad gubernamental, se han liberado más de 4 mil millones de estos insectos infecundos. Mientras el campo padece, el cielo se llena de moscas que no pueden reproducirse, un símbolo poético de una burocracia que gasta una energía infinita en resultados nulos. La inversión de 2 mil 122 millones de pesos en esta cruzada entomológica es un tributo digno de los faraones, un monumento a la capacidad de gastar.
Y como toda farsa necesita su acto final, se anuncia con bombo y platillo la futura Planta de Producción de Moscas Estériles en Chiapas. Por la módica suma de 51 millones de dólares, esta catedral de la esterilidad producirá 100 millones de moscas estériles por semana. He aquí el sueño mexicano hecho realidad: una fábrica de impotencia biológica como solución a los problemas nacionales. Mientras, el país transita solemnemente de la fase de contención a la de erradicación, un viaje tan épico como la migración de las mariposas monarca, pero con más papelería.
Así, entre cursos virtuales para 18 mil 588 especialistas y sesiones informativas para 131 mil 552 productores, se construye el gran relato nacional: un país que moviliza ejércitos de funcionarios y nubes de moscas estériles para combatir un gusano, mientras los verdaderos parásitos —aquellos que devoran el presupuesto en nombre de la salubridad— campan a sus anchas por los pasillos del poder. La próxima vez que un ganadero vea una mosca, ya no sabrá si es una plaga o un proyecto de gobierno.














