Una Amenaza que Emerge de las Heridas
Desde que en noviembre de 2024 se confirmó el primer caso de miasis provocada por la mosca Cochliomyia hominivorax en Chiapas, una pregunta inquietante ha rondado los corrales y las oficinas gubernamentales: ¿se subestimó la verdadera capacidad destructiva de este parásito? A días de cerrar 2025, las cifras oficiales pintan un panorama controlado, pero el testimonio de los productores en el terreno narra una historia distinta, una de pérdidas económicas “incuantificables” y una sensación creciente de abandono.
El Costo Real: Más Allá de las Cifras Oficiales
Jorge Ortiz Arévalo, director de un rastro municipal y productor, desglosa con precisión forense el impacto. No son solo animales muertos. Es la caída en la producción cárnica y láctea, el desplome del valor de la canal por las pieles dañadas, y un gasto en medicamentos que se ha triplicado. “Si antes gastaba 2,500 pesos mensuales, hoy invierto 6,000”, confiesa, revelando una presión financiera insostenible para muchos. Su escepticismo es palpable: “No se ve que en 2026 vaya a mejorar”.
¿Por qué esta divergencia entre la experiencia directa y el discurso oficial? La investigación nos lleva a las condiciones climáticas. Julio César Herrera Toledo, otro productor, explica que la falta de lluvias y la aeración actual son el vector perfecto para la dispersión. Esta mosca, un ingeniero de la supervivencia, puede volar hasta 290 kilómetros en dos semanas. “La hembra busca garantizar su especie”, señala, describiendo una búsqueda implacable de huéspedes que no conoce fronteras políticas ni cercados.
El Protocolo y la Percepción: Una Brecha Peligrosa
Los documentos y boletines de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP) hablan de más de 11,000 casos animales a nivel nacional, casi 5,000 concentrados en Chiapas. El delegado Eduardo Vázquez Méndez defiende el programa emergente basado en la aplicación masiva de ivermectina, presumiendo que Chiapas es el único estado que lo implementó y que “dio resultado”. Sin embargo, la palabra “emergente” es la clave que los ganaderos destacan con preocupación: “El plan no nos da para erradicarlo, nos da para controlarlo”, admite el propio funcionario.
Esta confesión oficial plantea una duda crucial: ¿estamos ante un control genuino o ante una contención frágil que podría colapsar? La Confederación Nacional Ganadera proyecta un escenario catastrófico: si la plaga se extiende a todo el país, el impacto económico podría alcanzar los 47 mil millones de pesos.
La Capa Más Alarmante: La Salud Humana
La investigación da un giro más sombrío al analizar los boletines epidemiológicos. La narrativa de una plaga exclusivamente ganadera se desmorona. Hasta la semana 49 de 2025, la Secretaría de Salud reportó 99 casos en humanos, 82 de ellos en Chiapas, con cinco defunciones asociadas. Aunque se aclara que las muertes no fueron por la infestación directa, sino por complicaciones en pacientes con enfermedades preexistentes, la cifra expone una vulnerabilidad sanitaria innegable. La plaga ha saltado la barrera de las especies y se ha establecido en más de 30 municipios, con Tapachula como epicentro.
Conclusión: Una Verdades que la Tierra Ya Sabe
Conectar los puntos de esta investigación revela una crisis de múltiples capas. No es solo una emergencia pecuaria; es un problema de salud pública en ciernes, un desastre económico para miles de familias y una prueba de fuego para los protocolos sanitarios. La afirmación de un ganadero resume la cruda realidad que los documentos no siempre capturan: “Es mentira el que diga que en su rancho no hay gusano barrenador, la mosca no tiene frontera”.
La revelación final es que, mientras las autoridades se enfocan en un plan de control emergente, la mosca del gusano barrenador, indiferente a los informes y las reuniones, ejecuta su propio y eficaz plan de expansión. La pregunta que queda flotando en el aire caliente de Chiapas es: ¿qué sucederá cuando el programa “emergente” se encuentre con una realidad que ya es endémica?
