Nacional
La plaga y la burocracia que estrangulan la ganadería nacional
Una burocracia insuficiente y medidas sanitarias estrictas crean un cuello de botella que encarece la proteína animal en todo el país.

La investigación revela cómo una combinación de factores está disparando el precio de la carne en México, y la respuesta oficial parece insuficiente.
Tras la imposición de restricciones sanitarias federales para combatir la plaga del gusano barrenador, una crisis silenciosa se desata en el sector ganadero mexicano. Los datos oficiales, obtenidos de fuentes confiables, pintan un panorama alarmante: en agosto, los precios del ganado en pie y el destinado al sacrificio se dispararon un 23% y 22% interanual, respectivamente. Pero, ¿es la plaga la única responsable de esta espiral inflacionaria?
Nuestra indagación sugiere que el problema es más profundo. Expertos del sector, bajo condición de anonimato por temor a represalias, señalan un déficit crónico de personal administrativo y veterinario dentro del propio Servicio Nacional de Sanidad (Senasica). Esta carencia paraliza la emisión de autorizaciones y constancias, creando un cuello de botella artificial que restringe severamente la oferta nacional.
Los documentos consultados confirman la gravedad. El Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) reporta que la carne de res en canal alcanzó los 114 pesos por kilo el mes pasado, un incremento del 18% frente a agosto de 2024. ¿Hasta qué punto las medidas implementadas para contener una plaga están generando una crisis económica paralela?
Las organizaciones ganaderas intentan paliar el problema, impulsando la actualización de las Unidades de Producción Pecuaria para agilizar la movilización de bovinos. No obstante, sus esfuerzos chocan contra un muro burocrático. La propia admisión del Senasica, al anunciar la urgente contratación de 100 técnicos de la Universidad Autónoma Chapingo, evidencia una falta de previsión crítica.
Juan Carlos Anaya, director de GCMA, proporcionó un testimonio crucial: “Las medidas contra el gusano barrenador obligan a movilizar el ganado únicamente hacia corrales autorizados con constancias de tratamiento. El problema es que no todos los corrales tienen la autorización y no hay veterinarios para expedir los documentos”.
Esta declaración oficial confirma la hipótesis inicial: la crisis es bifacética. Por un lado, una plaga real; por otro, una estructura sanitaria colapsada e incapaz de responder con agilidad. Las restricciones sanitarias adicionales han interrumpido los flujos de ganado a sacrificio desde el sur y el norte del país, estrangulando el abasto.
La conclusión de esta investigación es clara. México no solo enfrenta una emergencia zoosanitaria, sino una tormenta perfecta donde la burocracia y la falta de recursos humanos amplifican el impacto de una plaga, trasladando un costo insostenible directamente al bolsillo de los consumidores. La pregunta que queda en el aire es si la solución de 100 técnicos será suficiente o solo un parche tardío para una hemorragia que ya desangra la economía familiar.

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