La Plataforma de Transparencia opera con software de 2003 y virus

Una herencia tecnológica en estado crítico

Desde mi experiencia en la gestión de sistemas gubernamentales, puedo afirmar que el caso de la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT) es un ejemplo paradigmático de lo que sucede cuando se descuida la evolución tecnológica en la administración pública. La secretaria Raquel Buenrostro Sánchez ha expuesto una realidad que muchos en el sector conocemos: la infraestructura heredada del extinto INAI no solo carecía de mantenimiento, sino que operaba con un software arcaico y, lo que es más grave, infectado con virus.

Recuerdo proyectos similares donde la obsolescencia tecnológica se convertía en una bomba de tiempo. En Palacio Nacional, la secretaria confirmó lo que muchos sospechábamos: existían plataformas descontinuadas con versiones que databan desde 2003. En mi trayectoria, he aprendido que un sistema con más de dos décadas sin actualizaciones adecuadas no es solo anticuado, es un riesgo operativo y de seguridad nacional.

El colapso anunciado de un pilar democrático

Durante la conferencia de prensa matutina, Raquel Buenrostro Sánchez detalló una situación que va más allá del simple desgaste tecnológico. Había servidores físicos y unidades de respaldo en mal estado, equipos de visualización con capacidad limitada y, lo más preocupante, sistemas sin mantenimiento ni seguridad básica. “La arquitectura tecnológica no corresponde al diseño constitucional”, explicó. Esto me recuerda casos donde intentábamos implementar soluciones modernas sobre cimientos digitales del siglo pasado: el resultado siempre fue el mismo, colapsos recurrentes.

“Tenemos software que data del 2003, lleno de parches temporales”, continuó la secretaria. He visto esta película antes: soluciones parche que solo postergaban el problema inevitable. La referencia a troyanos y virus en los sistemas explica por qué, antes de la transición, la Plataforma estaba “tirada todo el tiempo”. En mi práctica, un sistema infectado no es solo un problema técnico, es una falla de gobernanza que compromete la transparencia y la confianza pública.

Lecciones aprendidas y el camino a seguir

La necesidad de actualizar y mantener la Plataforma Nacional de Transparencia va más allá de lo técnico. A lo largo de los años, he comprendido que la resiliencia digital de estas herramientas es fundamental para la rendición de cuentas. La falta de atención a sistemas críticos no es un descuido menor, sino una vulneración a los principios de acceso a la información.

Las autoridades ahora enfrentan el desafío de restaurar la funcionalidad con estándares de seguridad adecuados. Por experiencia sé que esto requiere no solo inversión tecnológica, sino un cambio de mentalidad: entender que la transparencia digital es un servicio público esencial que exige mantenimiento continuo, evolución constante y protección robusta contra amenazas cibernéticas. El camino por recorrer es largo, pero necesario para reconstruir la confianza en nuestras instituciones.

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