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La prisión domiciliaria se convierte en el nuevo método de fuga express

La justicia mexicana vuelve a demostrar su eficiencia con otra desaparición bajo custodia.

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En un giro que nadie vio venir (o quizá todos), Juan Pablo Portilla Granados, presunto cerebro del asalto a la Casa de Moneda en 2019, ha decidido que la prisión domiciliaria es solo una sugerencia. Siguiendo los pasos del ciudadano chino Brother Wang —quien, recordemos, también consideró que su juicio de extradición era aburrido—, Portilla ha optado por el plan de fuga más original del siglo: no estar cuando vengan a buscarlo.

Según documentos judiciales, la Guardia Nacional llegó puntual a su cita del 24 de julio para trasladar al prófugo a la CDMX. Pero oh, sorpresa: el señor no estaba en casa. Los agentes, expertos en detectar ausencias, llamaron a la puerta varias veces. Ante el silencio, concluyeron con rigor científico que Portilla “muy probablemente” había huido. Acto seguido, informaron a sus superiores, porque en México la burocracia es sagrada, incluso para reportar fugas.

El oficial Óscar Alberto Vázquez Lemus redactó un oficio impecable para el Centro de Justicia del Reclusorio Norte, donde, con elegancia jurídica, admitió que el sistema había fallado… otra vez. “Se advierte su probable sustracción de la acción de la justicia”, escribió, usando el eufemismo más fino desde que se inventó el término “daño colateral”.

Este es el segundo caso en un mes donde un reo relevante escapa de su residencia vigilada. ¿Coincidencia? ¿Mala suerte? ¿O acaso la prisión domiciliaria es el nuevo programa de recompensas para delincuentes? Portilla, por cierto, estaba a punto de enfrentar un juicio por robar 1,567 centenarios. Pero la FGR, en su infinita sabiduría, no pudo demostrar que el caso era “complejo” para mantenerlo tras las rejas. Quizá robar monedas de oro no sea tan grave como, digamos, evadir el pago del predial.

Lo más hilarante: en mayo, los agentes ya lo habían buscado sin éxito, pero esa vez tenía una excusa médica. ¿Será que en México las fugas también gozan de incapacidad por enfermedad? Mientras tanto, la justicia sigue su curso: lento, predecible y con puertas giratorias.

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