La rectoría que nadie pidió y todos comentan

En un espectáculo que fusiona el reality show con la tragicomedia institucional, la consorte del Mesías tropical apareció milagrosamente en la nómina de nueve iluminados postulados para la máxima silla rectoral de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Los aspirantes al solio académico fueron convocados por la Sacrosanta Comisión de Auscultación para el ritual de las entrevistas, donde debían exponer sus razones para gobernar el Olimpo del conocimiento. No obstante, la candidata por designación divina consideró beneath her dignity presentarse a la cita programada para las 13:45 horas, como si fuera una mortal cualquiera.

Las fuentes oficiales —que siempre emanan claridad cristalina— explicaron con paciencia benedictina que cualquier siervo de la comunidad universitaria puede postular candidatos, aunque estos ignoren such honor, demostrando una vez más que la democracia es como un regalo no deseado: te lo endilgan aunque no lo pidas.

La actual rectora, María Lilia Cedillo Ramírez —quien también busca perpetuar su mandato en el feudo universitario—, declaró con diplomacia exquisita que la decisión de participar recaía exclusivamente en la candidata fantasma, pues se trataba de una postulación de terceros. Traducción: “Nosotros la pusimos, pero ella no vino”.

El clímax de esta epopeya kafkiana llegó cuando se reveló que, incluso de haberse dignado a aparecer, la ilustre postulada carecía de la constancia académica de antigüedad, ese documento trivial que los simples mortales deben tramitar con semanas de anticipación.

Mientras el circo mediático seguía su curso, la investigadora optó por comunicar su postura mediante el lenguaje universal de nuestro tiempo: un video de Instagram donde aparecía con la rectora en funciones, en lo que los semiólogos interpretarán como un jeroglífico de apoyo o un descuido filtrado por algoritmos.

Así continúa el proceso de auscultación con los ocho aspirantes restantes que sí cumplieron con los requisitos mundanos de documentación y presencia física, demostrando que en el reino de la academia, a veces la mejor candidatura es la que nunca existió.