La reducción de homicidios dolosos en México es una realidad

Una mirada experta a los números de la seguridad

Después de años analizando las complejas dinámicas de la seguridad en México, he aprendido que detrás de cada cifra hay historias humanas y esfuerzos institucionales que rara vez se visibilizan. Cuando Marcela Figueroa, titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), presentó los datos del primer año de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, reconocí inmediatamente la importancia de lo que estaba viendo: una reducción del 32% en el homicidio doloso no es solo un número, sino 27 vidas potencialmente salvadas cada día.

En mi trayectoria, he visto cómo las estadísticas delictivas pueden ser manipuladas o malinterpretadas, pero una tendencia sostenida a la baja durante doce meses consecutivos es algo que ningún experto serio puede ignorar. El descenso desde un promedio de 86.9 asesinatos diarios al inicio de esta administración hasta los 59.5 registrados en septiembre de 2025 representa uno de los avances más significativos que he presenciado en materia de política de seguridad en los últimos tiempos.

Lecciones de la experiencia: cuando los números cobran sentido

Recuerdo épocas donde las gráficas solo mostraban curvas ascendentes en la incidencia delictiva. Por eso, cuando Figueroa destacó en el Informe del Gabinete de Seguridad en Palacio Nacional que esta mejoría se ha mantenido constante, entendí que estábamos ante un cambio de paradigma. La experiencia me ha enseñado que las estrategias efectivas de seguridad pública requieren persistencia y coordinación, elementos que parecen estar dando frutos en este caso.

El análisis territorial siempre ha sido fundamental en este campo. Los siete estados que concentran el 51% del total de homicidios dolosos -Guanajuato (11.13%), Chihuahua (7.4%), Baja California (7.3%), Sinaloa (7.1%), Estado de México (6.6%), Guerrero (5.8%) y Michoacán (5.6%)- confirman lo que he observado durante años: la violencia tiene focos rojos específicos que demandan intervenciones focalizadas. La verdadera prueba para cualquier estrategia de seguridad está en su capacidad para transformar estas realidades locales.

He comprobado que detrás de cada porcentaje de reducción hay decisiones difíciles, operativos complejos y, lo más importante, el trabajo silencioso de miles de personas comprometidas con la seguridad de sus comunidades. Estos datos no son el punto final, sino el comienzo de un camino que requiere mantenerse con determinación y aprendizaje continuo.

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