La reforma de telecom se pierde en el laberinto de excusas senatoriales

CIUDAD DE MÉXICO.- En un giro que nadie vio venir (o sí), el famoso “periodo extraordinario” para la reforma a la Ley de Telecomunicaciones se ha esfumado más rápido que las promesas de campaña. Lo que iba a ser un sprint legislativo ahora parece una maratón sin línea de meta, donde los senadores corren en círculos, persiguiendo sus propias colas.

El Presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, maestro del arte de la evasión, declaró con solemnidad burocrática: “Ya mejor ni digo: ya no sé”. Una frase que, sin duda, resume la filosofía de gobierno actual. Entre junio, julio y agosto —meses que, al parecer, aparecieron por sorpresa en el calendario— la reforma seguirá durmiendo el sueño de los justos.

¿La excusa? “Los acontecimientos están siendo muy intensos”, sobre todo la relación con Estados Unidos, país que, según parece, existe únicamente para justificar la inacción nacional. Mientras tanto, la reforma —esa que iba a revolucionar las telecomunicaciones— sigue acumulando polvo en un cajón, junto a otros proyectos brillantes como “el combate a la corrupción” y “la austeridad republicana”.

Pero no todo es dilación en el Senado. Fernández Noroña, siempre atento a los temas realmente urgentes, dedicó más tiempo a condenar el racismo en Los Ángeles que a explicar por qué su cámara legislativa parece una asamblea de vecinos discutiendo el color de las cortinas. “No al racismo, no al clasismo, no a la fuerza”, proclamó, en un discurso que, irónicamente, no incluyó “no a la procrastinación política”.

Y como guinda del pastel, el senador adelantó que prepara una protesta personal contra las redadas migratorias estadounidenses. Porque, claro, ¿qué mejor manera de resolver los problemas locales que con gestos simbólicos en el extranjero? Mientras tanto, la reforma de telecomunicaciones seguirá esperando, como un convidado de piedra en el banquete de la ineptitud.