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La resistencia ciudadana frente a la gentrificación se intensifica en la Ciudad de México

Vecinos y colectivos alzan la voz contra el modelo urbano que expulsa a comunidades locales.

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La batalla por el derecho a la ciudad estalló este viernes en el corazón de la colonia Hipódromo, donde cientos de manifestantes transformaron el Parque México en un epicentro de resistencia contra un fenómeno que redefine los barrios históricos: la gentrificación descontrolada. Más que una simple protesta, este evento marcó un punto de inflexión en la lucha por repensar cómo habitamos los espacios urbanos.

Acciones directas evidencian la fractura social causada por la especulación inmobiliaria.

¿Qué ocurriría si en lugar de resistirnos a la transformación urbana, reinventáramos sus reglas? Los gritos de “¡Fuera inmobiliarias!” resonaron junto a consignas creativas que cuestionaban el paradigma económico detrás del desplazamiento: desde stickers con datos sobre el aumento del 300% en rentas hasta performances que ilustraban cómo los dólares erosionan la identidad cultural. Colectivos como “Gentrificación en tu idioma” demostraron que el activismo del siglo XXI combina arte callejero con análisis de datos.

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La protesta reveló una ironía histórica: mientras en Estados Unidos migrantes latinos enfrentan discriminación, en México comunidades enteras son desplazadas por capitales extranjeros. “Estamos viendo colonialismo económico en tiempo real”, señaló un estudiante de arquitectura, cuyo cartel proponía soluciones radicales: ¿Y si convertimos los Airbnbs en cooperativas de vivienda? ¿O aplicamos impuestos progresivos a propiedades deshabitadas?

El episodio más polémico ocurrió cuando la frustración derivó en acciones directas contra símbolos de la economía globalizada. Aunque la violencia nunca es la respuesta, estos actos reflejan una verdad incómoda: cuando el diálogo falla, la raíz del conflicto sigue intacta. Mientras tanto, vecinos como Gabriela de Doctores plantean alternativas: “Imaginemos una ciudad donde los desarrollos inmobiliarios incluyan espacios comunitarios gestionados por residentes”.

Este movimiento va más allá del anti-turismo; es un laboratorio de ideas para construir ciudades equitativas. Como sugirió un manifestante: “En lugar de expulsar a los nuevos residentes, ¿por qué no exigimos que contribuyan al tejido social?”. La verdadera innovación urbana podría nacer de esta tensión, transformando la crisis en un modelo donde la diversidad económica y cultural coexistan.

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