La revolución de la cadena de frío en México supera barreras

El ecosistema logístico mexicano está experimentando una metamorfosis silenciosa pero radical, impulsada por la demanda crítica de bioperecederos y productos termolábiles. A contracorriente de la volatilidad geopolítica global, este sector no solo sobrevive; florece, desafiando la lógica económica convencional.

José Carlos Gómez, visionario de Ventas para Latinoamérica Norte en Thermo King, desvela que este nicho, valorado en 300 millones de dólares anuales, es un complejo entramado que trasciende los camiones: es la sinergia entre tecnología criogénica, ingeniería de movilidad y software de trazabilidad inteligente.

¿El motor de este crecimiento sostenido del 4.5% anual? Una reconceptualización total. Ya no se transportan simples mercancías; se preserva vida, salud y bienestar. La explosión de la logística de precisión para fármacos de última generación, cosméticos biotecnológicos e incluso fauna, está reescribiendo las reglas del juego.

Las proyecciones son audaces: un salto a 440.3 millones de dólares para 2033. Pero la verdadera disrupción no está en los números, sino en el cambio de mentalidad. Imaginen una red neuronal de frío: donde cada camión es un nodo de datos en tiempo real, optimizando rutas y consumo energético, transformando un gasto operativo en una ventaja competitiva sostenible.

El 40% de la demanda nace del sector alimentario y otro 22% de la biología farmacéutica. ¿Y el resto? Es el espacio para lo inexplorado: órganos para trasplantes, materiales científicos, incluso semillas para colonizar otros planetas. Esta no es una industria; es la columna vertebral de la sociedad del futuro, y México está construyéndola hoy, un grado Celsius a la vez.