La Santa Cruzada del Volante Eléctrico y sus Fieles Cargadores

En el tercer acto de este gran teatro anual, los sumos sacerdotes de la Electro Movilidad Asociación (EMA) han anunciado con júbilo la venta de 24 mil 498 carruajes del porvenir, una cifra que, nos aseguran, nos redime a todos de nuestro pecado ecológico original. Este sacrosanto incremento del 50% respecto al año del señor anterior demuestra que la fe en el dios Voltio se propaga más rápido que un meme de un gatito.

El rebaño de creyentes se divide en dos sectas principales: los puristas de la batería eléctrica, con 10 mil 906 unidades vendidas (un 29% más de almas salvadas), y los pragmáticos de los vehículos híbridos enchufables, que sumaron 13 mil 592 conversos</strong, un impresionante 72% más de fieles que mantienen un pie en el infierno de los combustibles fósiles y otro en el edén de la electrificación. Un mercado perfectamente balanceado, como el yin y el yang, o como el discurso de un político durante campaña.

Mientras tanto, los profetas de la EMA también han bendecido la tierra con nuevos altares de adoración: los puntos de recarga</strong. Reportan un aumento del 20% en estos sagrarios, con 50 mil 255 cargadores privados (para el ritual doméstico) y una red pública que ha sumado 504 nuevas conexiones, llevando el total a 3 mil 825 posiciones donde los devotos pueden enchufar su fe y esperar con paciencia bíblica.

Pero el milagro más grande, el verdadero maná del cielo, ha sido la creación de 20 mil empleos directamente relacionados con este nuevo culto. Una legión de neocatecúmenos dedicados a la venta, recarga, servicio y utilización de estos artefactos sagrados. Así, la salvación del planeta no solo es buena para el alma, sino también para la cartera.

El sumo pontífice de esta iglesia, Eugenio Grandio, ha declarado desde su encíclica anual que este crecimiento de la aceptación es una clara señal de que el pueblo mexicano anhela vehículos más eficientes, tecnológicamente avanzados y que reduzcan emisiones. “Es un voto a favor de reducir los efectos de la contaminación”, proclamó, omitiendo sabiamente mencionar la contaminación que genera la extracción de litio para las baterías o la quema de carbón para producir la electricidad que los alimenta. ¡Detalles menores en esta gran obra de redención!

Su santidad Grandio finalizó con una arenga que resonó en los pasillos del poder: “México tiene que asegurar que aumente la adopción… sin importar el origen [de la tecnología]”. Una loable declaración de principios en un mundo donde el nacionalismo y los aranceles suelen ser los verdaderos dioses a los que se adora. En este nuevo México eléctrico y virtuoso, todos seremos felices, iremos silenciosamente a todas partes y, lo más importante, mantendremos el sagrado motor del consumismo girando, aunque sea sin gasolina.

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