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La tormenta Gil se convierte en huracán mientras el Pacífico se agita

Mientras Gil se fortalece en el océano, las costas respiran aliviadas… por ahora.

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CIUDAD DE MÉXICO — En un acto de puro teatro atmosférico, la tormenta tropical Gil ha decidido ascender al estrellato meteorológico convirtiéndose en huracán este viernes, aunque, en un gesto inusual de cortesía, ha optado por no molestar a tierra firme. Los meteorólogos, esos adivinos modernos, aseguran que este espectáculo natural ocurrirá en el Pacífico oriental, lejos de las costas, como si el océano hubiera firmado un pacto de no agresión con la humanidad.

El divo climático se encontraba a unos 1.400 kilómetros al suroeste de la península de Baja California, según el Centro Nacional de Huracanes, esa institución que nos recuerda que, por ahora, el clima todavía avisa antes de enfurecerse. Gil, con vientos de 100 km/h, se desplaza hacia el oeste-noroeste a 26 km/h, como un turista apresurado que evita cualquier contacto con las masas terrestres.

Las autoridades, en un ejercicio de optimismo burocrático, no han activado alertas, confiando en que Gil mantendrá su dignidad oceánica. Se prevé que el fenómeno gane velocidad mientras atraviesa el Pacífico, como si intentara escapar de su propia fama.

Mientras tanto, la tormenta Iona, antes huracán y ahora mero espectro de sí misma, deambula lejos de Hawái con vientos de 72 km/h, en lo que solo puede describirse como una crisis existencial meteorológica. Los expertos advierten que podrían surgir más tormentas en los próximos días, porque el Pacífico, al parecer, ha decidido convertirse en un hervidero de dramas atmosféricos.

Así, mientras los humanos debatimos sobre el cambio climático, el océano sigue su curso, creando monstruos que, por ahora, prefieren mantenerse en alta mar. ¿Hasta cuándo durará esta tregua? Ni los mejores augures lo saben.

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