La tragedia de Iztapalapa exige una revolución en la seguridad

Publicado el mar, 23 Sep, 11:51
Por Isabel

La explosión de una pipa de Gas LP en Iztapalapa no es solo una noticia trágica más; es un grito desgarrador que evidencia la urgente necesidad de repensar radicalmente nuestra convivencia con los combustibles y la infraestructura urbana. ¿Qué pasaría si, en lugar de ver el transporte de Gas LP como un mal necesario, lo transformáramos en un sistema distribuido y seguro mediante microrredes energéticas locales? Esta catástrofe, que ha cobrado 29 vidas, debe ser el catalizador para una disrupción total del status quo.

La Secretaría de Salud de la Ciudad de México confirmó la escalofriante cifra de fallecidos, mientras que 16 personas continúan luchando en unidades hospitalarias y 39 han sido dadas de alta. Cada número representa una historia, una familia destrozada, un futuro truncado. Pero detrás de la frialdad de los datos oficiales surgen relatos de un heroísmo profundo, como el de Alicia Matías Teodoro, recordada como la “abuela heroína” por salvar a su nieta, un acto de amor que desafía la lógica del desastre.

Este suceso obliga a una reflexión incómoda: nuestra dependencia de modelos centralizados y obsoletos nos hace vulnerables. Imaginemos un futuro donde la energía no viaje en pipas por avenidas saturadas, sino que se genere de forma segura y comunitaria. La verdadera innovación no está en mejorar los camiones, sino en volverlos innecesarios. La muerte del conductor, Fernando Soto, y de otros como María Salud Jaurrieta y Erik Vicente Acevedo, no puede ser en vano. Su legado debe ser la chispa que incendie un cambio sistémico, desafiando las suposiciones arraigadas sobre el transporte y la seguridad pública. La lista completa de fallecidos, con edades que oscilan entre los 15 y los 57 años, es un monumento a la inercia y una llamada a la acción visionaria.