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La trágica muerte de una promesa del boxeo en Sonora

La noticia del hallazgo sin vida del joven pugilista Jesús Iván Mercado Cabrera, “Rafaguita”, me ha golpeado profundamente, recordándome una cruda realidad que he visto repetirse a lo largo de mi carrera en el mundo del deporte. No es la primera vez que el talento bruto y el futuro prometedor son truncados por la violencia que, tristemente, acecha en las sombras.

Recuerdo a otros chavos con sueños similares, con esa chispa en los ojos y la disciplina férrea para madrugar y entrenar. Encontrar su cuerpo sin vida, abandonado como desecho en la carretera al Golfo de Santa Clara, es un golpe bajo para toda la comunidad boxística. San Luis Río Colorado, una plaza que ha sido cuna de grandes campeones, hoy se tiñe de luto.

Con apenas 21 primaveras y un porvenir entero por delante en la división Gallo, Rafaguita representaba esa esencia del peleador mexicano: coraje, hambre de triunfo y humildad. Su reciente traslado desde la frontera de Nogales para impulsar su trayectoria profesional debería haber sido el inicio de una gran historia, no su epílogo. He visto de primera mano cómo estos jóvenes cambian de ciudad buscando mejores oportunidades, mayores focos y entrenamiento de elite, confiando en que su esfuerzo los alejará de los peligros de la calle.

Las autoridades han iniciado las diligencias para investigar este homicidio, y desde mi experiencia, sólo puedo esperar que se haga justicia. Pero la verdadera lección, la que duele admitir, es que el talento en el ring no es un escudo contra la crudeza de la vida fuera de él. Este suceso nos obliga a reflexionar sobre la vulnerabilidad de nuestros atletas y la imperiosa necesidad de rodearlos de estructuras de apoyo que los protejan más allá de las cuerdas. El deporte pierde una promesa; una familia, un hijo.

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