La UNAM defiende sus instalaciones tras intento de toma

La Integridad de Nuestra Casa de Estudios: Una Lección de Protocolo y Firmeza

Intento de toma en la Facultad de Medicina de la UNAM

En mis años dentro de la comunidad universitaria, he aprendido que la madrugada suele traer noticias cruciales. Esta madrugada del miércoles, la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) enfrentó una situación que muchos rectores temen: un intento de ocupación ilegítima por parte de un colectivo que buscaba adueñarse de las instalaciones académicas.

La experiencia me ha enseñado que el diálogo inicial es crucial, pero tiene límites. Las autoridades de la Facultad implementaron de inmediato una estrategia de negociación respetuosa, manteniendo canales de comunicación abiertos y privilegiando las vías institucionales. Sin embargo, cuando persiste la intención de usurpación, aprendí que la firmeza debe prevalecer.

El punto de inflexión, como suele ocurrir en estos casos, llegó con el protocolo de identificación. Solicitar que se acredite la pertenencia a la comunidad universitaria no es burocracia—es una barrera esencial contra la intrusión. Su negativa a identificarse reveló lo que veteranos como yo hemos visto antes: cuando no hay transparencia, hay motivos para la cautela.

Ante esta resistencia, el resguardo de la infraestructura educativa se convirtió en la prioridad. Proteger estos espacios no es sobre edificios, sino sobre preservar la misión académica para las generaciones futuras.

La directora Ana Carolina Sepúlveda demostró el liderazgo que estas crisis exigen: reiteró el compromiso inquebrantable con la legalidad, la seguridad y el diálogo permanente, pero sin ceder en los principios que distinguen a nuestra Máxima Casa de Estudios. La verdadera sabiduría institucional consiste en saber cuándo dialogar y cuándo proteger.

Como consecuencia inmediata, hoy se suspendieron las actividades lectivas para primero y segundo año de la Licenciatura en Médico Cirujano, junto con la atención en ventanillas de la Secretaría de Servicios Escolares. Estas medidas, aunque disruptivas, son el precio necesario para garantizar que la normalidad regrese pronto—y en mejores condiciones.

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