La UNAM garantiza seguridad y apoyo emocional a estudiantes

Lecciones de Crisis en la Vida Universitaria

En mi larga trayectoria dentro de instituciones educativas, he aprendido que los momentos de crisis, como el trágico evento en el CCH-Sur, no se resuelven solo con protocolos escritos. Exigen una combinación de firmeza institucional y una empatía profunda y genuina. El anuncio del Rector Leonardo Lomelí me recuerda una lección crucial: la seguridad no es solo un operativo policial; es, ante todo, un ambiente de confianza que se construye día a día.

He visto cómo la promesa de un retorno seguro a las aulas debe ir más allá de las palabras. Implica, como bien señala la rectoría, una movilización total del cuerpo directivo de facultades y escuelas. No basta con emitir un comunicado; hay que estar en los pasillos, hablar con los estudiantes y escuchar sus temores reales. La Universidad Nacional Autónoma de México está actuando en este sentido, coordinándose incluso con autoridades federales y locales, algo que, por experiencia, es fundamental para disuadir amenazas externas.

Una de las decisiones más acertadas, desde mi perspectiva, es el énfasis en la salud mental y el apoyo emocional. Tras un evento traumático, el miedo puede ser más paralizante que cualquier amenaza concreta. Fortalecer este pilar psicológico es tan crucial como incrementar la vigilancia. Es un reconocimiento de que el bienestar de la comunidad es la base de cualquier actividad académica.

También es vital la postura clara contra quienes intentan sembrar el pánico. Anunciar que se procederá legal y disciplinariamente contra quienes intimidan a los alumnos que se manifiestan en contra de la violencia envía un mensaje contundente: la universidad protege a los que alzan la voz por la paz. Esto no es solo una medida disciplinaria; es un principio ético que restaura el orden y la confianza en el sistema.

Finalmente, la creación de comisiones locales de seguridad y la inmediata ampliación del programa de apoyo emocional son acciones que muestran una lección aprendida en muchas crisis: la respuesta debe ser descentralizada y llegar a cada rincón de los planteles. La verdadera seguridad se logra cuando cada estudiante y docente siente que la institución lo cuida de manera directa y personal.

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