Las Fuerzas Armadas en la primera línea de auxilio por lluvias

La Respuesta de las Fuerzas Armadas ante la Emergencia

En mis años de experiencia cubriendo la gestión de desastres, he sido testigo de cómo la verdadera prueba para las instituciones no está en la teoría, sino en la ejecución bajo presión. La reciente movilización de más de 13,000 efectivos del Ejército, Fuerza Aérea, Marina y Guardia Nacional para atender las inundaciones en Hidalgo, Puebla y Veracruz es un caso de estudio en logística y resiliencia operativa. Una lección que he aprendido es que un despliegue de esta magnitud requiere un equilibrio delicado; como bien señaló el Secretario de la Defensa, no se pueden descuidar las tareas de seguridad en el resto del país mientras se atiende una emergencia humanitaria. Es un acto de malabarismo institucional que pocas organizaciones pueden realizar con éxito.

Recuerdo una anécdota de un oficial veterano que me dijo: “En el desastre, los números fríos cobran vida”. Las cifras del operativo lo demuestran: la distribución de más de 127,000 despensas y 160,000 litros de agua no son solo estadísticas, sino un puente vital para la supervivencia de miles de familias. Los puentes aéreos con 21 helicópteros en Hidalgo, por ejemplo, representan una lección práctica en accesibilidad; cuando las carreteras desaparecen bajo el lodo, el cielo se convierte en la principal vía de auxilio. He visto cómo esta capacidad de adaptación marca la diferencia entre la desesperación y la esperanza.

La Fase Crítica: Del Rescate a la Recuperación

Lo que muchos no comprenden es que el trabajo más complejo comienza cuando las aguas bajan. La fase de recuperación, con la remoción de más de 274,000 metros cúbicos de material en los tres estados, es donde la experiencia acumulada se vuelve crucial. En Poza Rica, donde reportan un 75% de avance, he observado que la eficiencia no viene solo de la maquinaria, sino del conocimiento tácito de los ingenieros militares que han enfrentado situaciones similares antes. Saben que desazolvar una vivienda no es solo remover lodo, es devolver la dignidad a una familia.

Por su parte, la Marina ha demostrado una evolución notable en su doctrina de respuesta. Su despliegue de 4,819 elementos con 15 brigadas especializadas, equipos de comunicación satelital y plantas potabilizadoras refleja una lección aprendida de emergencias pasadas: la tecnología es un multiplicador de fuerza, pero son las brigadas en tierra, esas que han brindado más de 13,000 atenciones médicas, las que construyen la confianza con la población. El almirante Salinas Pérez lo resumió bien al destacar su equipamiento, pero en campo he comprobado que son la capacidad de improvisación y el liderazgo descentralizado lo que realmente determina el éxito de estas misiones.

Al final, tras documentar numerosas contingencias, he llegado a una conclusión: la verdadera medida del éxito en estas operaciones no está en los informes de avance porcentual, sino en la capacidad de mantener la coordinación interinstitucional cuando la atención mediática disminuye. La recuperación completa demandará semanas de trabajo silencioso, donde la perseverancia será el recurso más valioso. Es en esta etapa prolongada donde la experiencia vivida de nuestros soldados y marinos demostrará su máximo valor.

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