Lecciones de seguridad para comercios en la temporada decembrina

Con más de dos décadas asesorando a pequeños y medianos empresarios en materia de protección patrimonial, he visto de primera mano cómo la temporada decembrina, a pesar de su espíritu festivo, se convierte en el periodo de mayor vulnerabilidad para los negocios. La reciente alerta de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la Ciudad de México no es un mero trámite burocrático; es un recordatorio basado en años de estadísticas y experiencias dolorosas. La alta afluencia de clientes, mientras es una bendición para las ventas, también es una cortina de humo perfecta para la delincuencia. Recuerdo un caso particular de una tienda de electrónicos que, en un diciembre, sufrió un robo hormiga masivo porque, en el ajetreo, descuidaron el protocolo de ingreso de bolsos. La lección fue costosa.

La vigilancia proactiva: más allá de instalar cámaras

La SSC sugiere verificar el funcionamiento de cámaras de videovigilancia, alarmas y botones de pánico. Desde mi experiencia, este es el punto de partida, no la meta completa. He entrado a locales con equipos de última generación cuyas grabaciones eran inútiles porque los lentes estaban sucios o el ángulo no cubría la caja registradora. La verdadera sabiduría está en la revisión diaria. Un dueño que conocí tenía la disciplina de revisar un fragmento aleatorio de la grabación cada mañana, no para espiar a su equipo, sino para asegurarse de que todo el sistema operaba. Además, mantener accesos despejados e iluminados no es solo una recomendación de seguridad, es una cortesía con el cliente y una poderosa disuasión. La oscuridad y el desorden son aliados del ladrón.

El flujo monetario: el arte de no tentar al azar

El manejo del efectivo es donde más errores se cometen. La teoría dice “hacer depósitos bancarios frecuentes”. La práctica, que he aprendido a golpes, te enseña que la rutina es tu enemiga. Un comerciante experimentado nunca hace el corte y el depósito a la misma hora, ni por el mismo camino. La recomendación de la SSC de usar rutas y horarios diversos es oro puro. Otro consejo de valor incalculable: nunca contar el dinero a la vista del público. He visto cajeros hacerlo sobre el mostrador, enviando una señal clara a cualquier observador malintencionado. El uso de plumas detectoras o luces ultravioleta para verificar billetes, junto con inventarios rigurosos y un control estricto del acceso a bodegas, son hábitos que separan a los negocios resilientes de los que son víctimas recurrentes.

La defensa contra amenazas silenciosas: extorsión y robo hormiga

Cuando la SSC aconseja limitar el ingreso con bolsos grandes o instruir al personal sobre cómo manejar llamadas de extorsión, está hablando de una dimensión psicológica de la seguridad. El robo hormiga no lo comete siempre el cliente; a veces, la oportunidad la crea la distracción. Pedir dejar mochilas en un área custodiada puede parecer incómodo, pero es una medida de protección para todos. Respecto a las extorsiones, el protocolo es claro y lo he reforzado en decenas de capacitaciones: el empleado nunca debe dar información sensible por teléfono. Ante una amenaza, se cuelga, se verifica la situación con un superior o directamente con las autoridades, y se reporta. La calma y el procedimiento desarman al extorsionador, quien busca una reacción de pánico inmediata.

En esencia, estas recomendaciones no son una lista de verificación para tachar y olvidar. Son los pilares de una cultura de seguridad que debe construirse día a día, especialmente en diciembre. La verdadera protección no viene solo de la tecnología o los protocolos, sino de la conciencia constante y compartida por cada miembro del equipo. La experiencia me ha enseñado que el negocio más seguro no es el que tiene más cámaras, sino el donde cada persona, desde el dueño hasta el auxiliar, entiende que la prevención es la inversión más rentable del año.

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